Erase una vez una Navidad, digamos que la del año 2010... ese año nuestro protagonista la viviría fuera de su hogar. El ritmo de su vida no le permitía ir a pasarla con su familia. Le cargaban mucho esas reuniones familiares, donde todo era condescendencia, para él no era fácil. Total, que encontró la escusa perfecta, no iría este año.
Ya se lo había comunicado a su familia, a su madre se le quebró la voz al escucharlo, él sabía que no le diría nada, siempre respetaba sus decisiones.
Su padre hizo mil y una preguntas y para no variar, sacó a la CGT y todos los dirigentes "del mil novecientos no se cuantos", a solucionarle el problema... ¿como que tu empresa no te da vacaciones para ver a tu familia? ¡¡En Navidades!!, lo dejó durante treinta minutos que desahogara y se diera cuenta de que su CGT, no podría hacer nada por él. Al final, solo le dijo... ¿tienes con quien cenar?, no la pasaras solo, ¿no?...-le contesté lo que quería oír-
Hoy, saldría temprano para ir a comprar alguna cosa especial para "su" cena de nochebuena, pensó en ir a encargarla a un restaurante que siempre le había gustado, y se dirigió dando un paseo. Esa noche era especialmente fría. A lo lejos escuchó su nombre...
- ¡¡ Joan!!
No daba crédito, la conocía, pero... que cambiada estaba...
- ¿Merche?, en serio ¿eres Merche?
No dío lugar, ella se tiro a sus brazos y le soltó un beso, él sorprendido no dejaba de observarla... Merche conformo la fantasía de los chicos de la PREU durante años y ahora estaba tan cambiada, no había perdido su belleza, al contrario la veía como a un ángel, pero su aspecto, era mas descuidado, o tal vez mejor, mas despreocupado...
- ¿Que haces por aquí?, ¿que es de tu vida, Merche?- quería saber de ella
- ¿Quieres un café y te cuento?,-le contestó ella-
Él empezó a mirar alrededor y ella lo agarró del brazo y le dijo, espera yo sé de un sitio... empezaron a andar. En un edificio antiguo, se paró y lo invitó a entrar, entonces fue cuando ella le contó lo que hacía...
- Vengo aquí todas las noches, es un comedor social, después de trabajar no tengo nada mejor que hacer, ni familia con quien compartir mis días, mi vida es feliz, pero vacía de calidez familiar, aquí mitigo esa sensación de vacío. Es mi familia, ha crecido en estos últimos meses y a veces se nos complica servir una simple cena.
- Anda, pasa, el café no es de máquina, pero te puedo asegurar que es el que mejor sabe de la ciudad -le dijo, con una media sonrisa.
Joan, entró y en poco tiempo tenía en sus manos un café, que le habían servido de un termo... y miles de historias personales de difícil lectura visual, sus caras lo decían todo, su mirada recaló en los ojos de una pequeña que hacía las sonrisas de todos los que allí estaban. De mirada limpia y sonrisa amplia, era el espíritu de la felicidad y la ingenuidad.
-¿Merche?, y mañana, ¿que harán mañana?...
-Lo mismo que hoy, comerán aquí y quien tenga techo dormirá bajo él y los que no, bajo un puente, o en la puerta de un banco...a saber, prefiero no pensarlo.
Salió desolado, no fue a encargar su cena, cambio el rumbo y se fue hacia casa. Al llegar a casa telefoneo a su madre y le contó, estaba afectado y ella lo notó.
-Joan, me alegra que no vengas, creo que tu plan es perfecto...
No daba crédito, su madre había vuelto a sacar sus artes de bruja y le estaba señalando el camino que él mismo ya tenía decidido seguir...
Esa Nochebuena la pasaría en el comedor social. Antes de salir, cuando se miró al espejo, entendió algunas cosas, cómodo, relajado y despreocupado.
Cuando llegó a la puerta del comedor social, ya había personas esperando. Por un momento todo lo que durante la mañana se había convertido en su ilusión personal, ahora lo veía ridículo, esas caras no cambiarían por una noche, aunque fuera la de Navidad.
Entró dentro, y de frente, Merche...
- Hola, Joan. ¿Quien fue el ángel que te sonrío ayer?, no te esperaba...
- Joan, la miró sorprendido, y le contestó- creo que una niña pequeña que había al fondo del salón ó ¿tú?, no sé...
- Venga, tenemos trabajo, ¡¡a la cocina!!- le dijo Merche-
El trabajo fue duro, sirvieron comidas, no faltó nadie, por el aforo del comedor se atendieron cuatro turnos de cien personas, desde las 20.00 hasta las 23.00 horas del día de Nochebuena, para Merche era un día más y eso le sorprendió a él. Cuando terminaron, Merche se acercó y le dijo...
-Gracias... seguimos siendo pocos, en estos días siempre nos faltan voluntarios y cada vez hay mas personas en situación precaria y acuden aquí.
- Joan, la miró y sin más, le dijo- Y ahora, ¿Me pones un café de esos de los mejores de la ciudad?.
- Te lo voy a demostrar, desconfiado amigo, ¿tienes algo que hacer esta noche?
- Pues... como tú, no me espera nadie.
Ella se puso el abrigo, cogió dos carritos destartalados y viejos de un rincón, metió en ellos unos termos de café, botellas de agua y algunas galletas. ¡¡Ahora toca "turno de noche"!!- le dijo- . Servir café caliente y compartirlo con "los residentes callejeros", a la vez que escuchar sus vidas y anécdotas de cartón nocturno "a menos no se cuantos grados", fue su verdadera navidad.
"En la navidad cada uno tiene su villancico, unos tristes, otros alegres y otros simplemente no tienen. La vivencia debe ser siempre personal ".
¿El mio? apuesto por la solidaridad.
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