viernes, 26 de agosto de 2011

Este jueves: relato... "los ciegos tambien escriben"

La luz empezaba a consumir el espacio, sentía el calor en sus mejillas, intentaba siempre cerrar los ojos e imaginar la sensación que se haría cotidiana en poco tiempo. Gloria sabía que las horas pasaban y el tiempo se acortaba. Las horas, sus horas se encaminaban hacia su única obsesión, tenía que ganarle la carrera a la oscuridad...

Alguien entró en la habitación, no desentonaba con el  gris de sus visiones, tan solo  era una sombra desdibujada y que se precipitaba hacia ella entre las tinieblas que cegaban sus visiones... Siguió con su rutina, incluso ignorando el murmullo de sus palabras.

Escribía en su portátil, tenía el poder de ausentarse cuando lo hacía, era de las únicas cosas que había podido seguir haciendo, dedicarse a lo "suyo", la escritura.

..."Caminaba sola por aquel adoquinado de una ciudad que no era suya, nunca la enamoró, no hizo nada por engatusarla o enredarla en sueños de espíritus evocadores.
Se acostumbró a bajar la mirada,  a mirar el empedrado, al menos la bruma le permitía mirar las formas de los cantos desiguales, los grises cambiantes. Aprendío su camino, adivinándolo por el dibujo que conformaban los cantos de aquella moqueta de piedra bajo sus pies;  todo era repetitivo, los días, las horas, los minutos y al final del día,  las rutinas y los sucesos"...

Paró su escritura, ¿Cómo su camino?- se preguntó-.  Aquella noticia no podía acabar con ella. Se recostó en la silla mirando el techo, observó como el desconchon, a sus ojos, había cambiado, ahora parecía una arruga en el techo, similar a la suavidad de la arruga en una sábana, esas que ahora la incomodaban en exceso al roce con su piel

Volvío a acariciar el teclado con sus dedos, buscando la posición exacta de estos y decidió seguir, como pianista que toca su piano y cierra los ojos conformando una melodía perfecta

..." Todo principio visual era un camino, un lugar donde llegar con cualquiera de sus sentidos"...

Volvió a enredarse en sus pensamientos, con sus manos ante el teclado, a veces tenía la sensación que eran como flashes de su vida que le hacían comprender lo que le ocurría.

- ¿conoces el miedo?-. alguien le preguntó una vez eso en una entrevista. Su diagnóstico  fue la sensación mas acercada,  se lo habían comunicado hacía pocos meses...
- Lo conozco, se como huele, como suena, si tuviera color sería parecido al negro.  He visto como el miedo se acercaba, me susurraba, me rozaba y quieta, parada, lo he espantado. Soy valiente no por condición, si no por convicción, día a día me riño con el miedo y siempre le gano la partida...

Volvío a machacar el teclado con la rapidez de aquel que rescata la idea perdida, sus reflexiones la inquietaban...

"Siempre recibía las mismas lecturas, había aprendido a deámbular por el camino a través de ellas, en su interior el camino no existía, solo cantos en un suelo empedrado que no expresaban nada."

Dejó de escribir, miró a la sombra que la acompañaba, había decidido ignorarla, le recordaba el inicio de su inutilidad, de un destino que no deseaba. Agachó la cabeza y dejó que sus ojos se inundaran de lágrimas.

En el silencio de aquella habitación, irrumpió su voz desesperada, casi en un grito sin vida.
-Tengo miedo, escribo queriendo evitarlo, pero me embarga el miedo, desde que la penumbra llegó a mi vida e intentado escribir mis sensaciones queriendo verme valiente ante lo que supondrá la noche sin luna, ¡¡no puedo más!!. Sabía que había llegado el momento de enfrentarse a su ceguera.

Matices...
Hoy mismo salgo de vacaciones, os leo a la vuelta, lo dejo como asignatura pendiente. ¡¡Hasta la vuelta!!
Una recomendación, la película  me parece muy acorde con el tema...



Mas relatos sobre cegueras en EL Blog de los Jueves

miércoles, 24 de agosto de 2011

Suena para ti...


Caricia de  sensualidad,
 que recorre en acordes
de entregas 
a la voz sinuosa y profunda
de quien la hipnotiza...

En su recorrido ronco,
se desliza atrayente, 
acariciando el  ritmo
de las notas perdidas,
en el ego dolido.

De sinuosas curvas,
ahoga su sonido,
en excitación destilada,
acomodada en sentidos de entrega,
y  notas entre partituras...

Acomete su melodía muda
 creada para deslizarse en caricias,
 mezcla conjugada en humo,
 de matices realzados
y livianos sucedáneos nocturnos.

Metal en destellos dorados,
Flor desojada, que acomete los pasos,
como vagabundo busca su camino.
Suena una trompeta,
acordes  rotos sumidos en placer.

Matices

jueves, 18 de agosto de 2011

Este jueves, relato:Lo que esconden las palabras




Abrí el el libro y ahí estaba,
como si esperara que la leyera
 me gustó desde el principio...

"Me gusta que las cosas tengan sentido completo, como en los cuentos".
(Neil Gaiman)
la paladeé con gusto,
deshaciéndola,  
su significado me atrapaba, 
quería apoderarme de ella,
hacerla parte de mi.

Disfrutaba...
-¿de que libro es?-
tal vez eso no era lo importante,
quise hacerla mía...

Empecé por quitarle una parte,
esconder  palabras,
el final
"...como los cuentos"
así me gustaba más, 
como propia...

"Me gusta que las cosas tengan sentido completo"

quise cambiarla,
darle forma,
otro sentido...

Empecé por quitarle acentos ...
luego junté las palabras,

megustaquelascosastengansentidocompleto

cada vez me pertenecía más,
¡sí!, es mía...

Por un momento, se desvinculó de mi,
formando parte de nuevo de esa inicial epístola,
me enfurecí,
- ¡no es posible eso!-
¿por qué siendo mía la usa?
pensé en escribirle... ¿dónde ?
no sé como hacerlo ...
¡esa frase es mía!.

Jugué con cada una de las palabras,

Me
GUsTa  quE...
................LaS  cOsAs      
..................tENgAn....................
SeNTidO  cOMpLetO.

y cada vez  se iba haciendo más propia,
¡MIA!

Me enfurecí como nunca,
rompí cada palabra de la frase
si no me reconocen en ella,
 no será de nadie
¡estaba tan enfadada!

Empecé por romperla,
 poco a poco,
como el que desguaza
algo por el simple hecho 
de ser de su propiedad,
separar las palabras
 unas de otras,
luego,
 cada letra,
las lancé al aire
¡¡son míassssssssssssssss!!
cansada ...
abatida, 
desfallecida por la locura,
me recosté en el sillón.

Miré de nuevo y vi que dos palabras quedaron
una al lado de la otra,


tenían sentido ...

me reí, me hizo gracia,
quise añadir algo a ello.

nada tenía sentido

aquellas palabras,
 nunca fueron mías...

M_Dolores & Nieves

Guardo este retazo de palabras, que una noche que comentábamos sobre un libro, mi amiga Lola escribió. Ella no lo quería y yo lo guardaba entre mis recuerdos. Ahora y con permiso de ella lo público con alguna adaptación.

Siempre que leemos hay frases, palabras con las que nos identificamos y nos atrapan; nos perdemos en su significado, pues parecen hechas para uno mismo, pero... -siempre hay un pero-, nunca serán propias, aún se desee con fuerza,  pues detrás de ellas hay escondido un recorrido que no nos pertenece, el de su creador.

La dueña del copyright: Lola
Adaptación: Nieves

Mas palabras escondidas en el blog de Juan Carlos

lunes, 8 de agosto de 2011

De titiriteros y semblantes mudos

Mover  los hilos de aquella triste marioneta era su labor, de sus dedos emanaban sus movimientos, lentos, pausados, delicados, sin darse cuenta se convirtió en una extensión de si mismo. A veces la miraba desde el rincón donde habitaba e imaginaba que su inquisidora y triste mirada dibujada en su cara de madera le pertenecía...

Decidió que viviera en  un mundo sin palabras, que sus movimientos expresaran dentro de su muda acción,  como el que tiene el poder de dar para no devolver nunca. Cada tarde dibujaba sonrisas de ternura en aquel parque, al son de su director, que recogía sombrero en mano las monedas de los ilusionados e ilusionantes que por allí deambulaban. Con el tiempo comenzó a caer aquel castillo de naipes figurado, los años, las tanzas gastadas, su carita de madera desdibujada y sin brillo. Tal vez, la ceguera mas grande, la del hombre y la ambición no dejó que viera la realidad.  Sus dedos le exigían en exceso, quería que fuera la muda marioneta que brillaba en el escenario siempre manipulada a su antojo.

Y llegó el día que en aquel su escenario decidió despedirse en una retirada obligada e involuntaria  cayendo desfallecida ante su público. El enloqueció, la arrojó contra el rincón, y con mirada inquisidora, -¿Porque?- le preguntó...
Dos lágrimas de serrín resbalaron por su tez y con sus ojos le habló.
Fue cuando miró sus manos, de donde colgaban las tanzas vencidas, cuando pudo ver el paso de los años y el movimiento silencioso y tembloroso de las mismas, ¿acaso ella no era una extensión de él?.
Se cerró el telón...

Matices

jueves, 4 de agosto de 2011

Este jueves, relato. La Banalidad del Mal

Abril, 1994

- Hola Jacques, aquí todo es un poco caótico, la información no fluye,  me recomiendan salir del pais, no me quedará más... me hubiera gustado hablar contigo, las comunicaciones se complicaran, solo quería que supieras que estoy bien...-

Llegó un día de calor bochornoso, sería su segunda experiencia como voluntaria médica y estaba ilusionada, recuerda las primeras sensaciones, las gotas de sudor  corrían por su espalda humedeciéndola y pegando sus ropas al cuerpo. En el taxi que la llevaba hacia su destino disfrutó de esa nueva fotografía que sería para ella su nueva casa por unos meses. Sí, le gustó, las sonrisas de los niños, los caminos aridos en contraste con los verdes de las colinas, el olor a aire fresco sin extrañas contaminaciones. Ajena en parte a la problemática del país, tendría que vivir su propia experiencia...

Hubo un día en que todo cambió, el ambiente mutó; perdió el contacto con el tiempo y se tuvo que enfrentar a una realidad para ella desconocida. No tenía previsto el golpe duro que le asestó la crueldad en su significado más amplio.

Aquel olor tan familiar pero a la vez tan nauseabundo de la sangre mezclada con la humedad  penetraba por las pituitarias alojándose en ellas, aquel rasgo no le permitía olvidarse que algo horrible pasaba. Una carrera contrarreloj y contra la humanidad, las manos le temblaban llevaban dieciséis intensas horas,   perdió el control de cuantos heridos y moribundos  había tenido que tratar. Fue cuando los gritos del exterior la alertaron, la sensación de miedo se apodero de ella cuando  los voluntarios huían despavoridos de aquella tienda de tela que hacía las veces de quirófano improvisado, después solo quedó la compañía del miedo de la soledad entre silencios y quejidos moribundos.

Los gritos del exterior no dejaron de resonar en su cabeza. Alguien en medio del caos entró en donde ella se encontraba, llenando el vacío de su silencio; clavó su mirada en ella,  aquellos ojos ensangrentados,   allí moraba el odio y la locura. En la mano un improvisado invento de muerte, una cuchilla amenazante teñida de rabia,  sus piernas perdieron el apoyo en el suelo. Sus fuerzas eran pocas, el individuo vocifero en alto y salió de allí corriendo, ella tardó en bajar la mirada unos segundos y siguió con su trabajo en estado de ausencia.

En el silencio el llanto de un pequeño, se quitó la bata tintada en rojo, y decidió salir fuera a respirar aire. El espectáculo era dantesco.  ¿Cuanto tiempo había pasado?, cogió en sus brazos al pequeño, sus lágrimas se aunaron a las de él, comenzó a andar buscando quien respiraba o se movía, pero su cuerpo se sumergió en el ambiente, cayó al suelo despavorida, hundida, agotada. Buscó el camino desorientada y encontró un éxodo masivo, la población huía del pais, se dejó llevar por la masa asustada en busca de una salida de aquel nefasto ambiente. Cuando pudo ver con distancia la  realidad, las cifras, las fotos, los acontecimientos no eran entendibles, tan solo recordaba esa mirada, la mirada de la locura, del mal que no tiene argumentaciones...

El Genocidio de Rwanda nunca se debió de dar, fue orquestado desde el mismo gobierno, se compraron armas con partidas presupuestarias internacionales, se organizo con tiempo a las personas y las formas. Se dice que por aquellos tiempos todos los Hutus estrenaron machete. Las personas que debían masacrar eran conocidos, vecinos, amigos y cuando eran desconocidos solo había que pedir la documentación donde se especificaba la etnia a la que pertenecían. La crueldad de lo que aconteció, era alineada y consentida por eso no tuvo limites, he aquí otro caso de la "banalidad del mal" en un genocidio, posiblemente, evitable...

Fueron un millón de vidas las que se sacrificaron y con ello su derecho a la vida ultrajado en manos de iguales sin que nadie lo evitara,  en el mes de Abril de mil novecientos noventa y cuatro, en un pequeño pais...

-Jacques, mi avión sale ya,  mi tiempo aquí ha finalizado, he vivido la experiencia más horrible de mi vida, no sé que decirte, creo que algo ha cambiado en mi y la visión de la humanidad. Un beso-

Matices

Mas relatos sobre "la banalidad del mal"  En el Blog de Juan Carlos