Siempre las mismas preguntas, los mismos instantes envasados en recuerdos licuados. Organizamos el espacio, el tiempo, la vida. La agenda quedo llena de líneas vacías e interiores donde posar palabras habladas.
Y un día te das cuenta que todo se condensa en un rectángulo con status propio que te domina. Que la sordera se llena de dibujos impersonales. Ya no hay palabras que conforten el corazón de quien te espera, día a día, meses o años y, así pasa la vida: llena de silencios, de velas alineadas en calendarios, cafeterías vacías de tertulias de amigos que se miran a los ojos; de ese me necesitas, aquí estoy. De lo frío de la amistad que solo se mantiene por fechas vencidas en un calendario una vez al año con abrazos invisibles y besos descorazonados volados al aire...
Me faltan amigos que envejezcan, me sobran olvidos controlados. Debería haberte llamado para decirte, ¡Feliz cumpleaños! sin emoticonos en color, de palabra, de búsqueda de lo que fuimos y somos. Quedamos descafeinados en contra de nuestra voluntad tan solo porque el mundo se intelectualiza y, somos relleno en redes "asociales" que nos recuerdan que cumplimos años, a mi, a ti y a "nuestros" amigos...
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