Aquel empuje involuntario que dejó caer la copa en la mesa dejó una mancha rojiza en la madera. Para posteriormente dejar rodar a cámara lenta su cuerpo redondo hasta precipitarse...
El pensamiento se perdió tras aquel camino premonitorio hacia el borde del precipicio. Cuanta vida rodada y perdida, cuantas lágrimas derramadas y, ahora solo queda la mancha del olvido precipitado hacia el abismo.
Un sobresalto vino tras el eco del ruido de ese cristal, fino y delicado, cuando cayó en el piso rompiendo en mil su cuerpo transparante. Ahora solo tenía aposentado en su interior restos de rojo dolor...
matices