Hoy contaré una historia propia, la de un sueño deseado y anhelado de matiz infantil...
Mi infancia me lleva a un pueblo andaluz, a una casa encalada con grandes balcones, su gran puerta de madera siempre abierta, te llevaba a un Sanjuán de azulejos que configuraban dibujos geométricos y su reja, desde donde ya se contemplaba su patio engalanado de macetas colgadas y un jardín central con palmeras y geranios. A la derecha de esa reja, un alambre, si tirabas hacía que tintineara una campanita... configuraba las peleas y travesuras de mis hermanos y mías, sobre...
-Voooooooooy- siempre esa palabra- era mi abuela, ya nos podía la inquietud, si era invierno, bajaba las escaleras corriendo con gesto sereno, bello y si era verano, aparecía por detrás de esa escala de verdes degradados, ¡que bonita era!.
Mi infancia me lleva a un pueblo andaluz, a una casa encalada con grandes balcones, su gran puerta de madera siempre abierta, te llevaba a un Sanjuán de azulejos que configuraban dibujos geométricos y su reja, desde donde ya se contemplaba su patio engalanado de macetas colgadas y un jardín central con palmeras y geranios. A la derecha de esa reja, un alambre, si tirabas hacía que tintineara una campanita... configuraba las peleas y travesuras de mis hermanos y mías, sobre...
-Voooooooooy- siempre esa palabra- era mi abuela, ya nos podía la inquietud, si era invierno, bajaba las escaleras corriendo con gesto sereno, bello y si era verano, aparecía por detrás de esa escala de verdes degradados, ¡que bonita era!.
Allí se gestaban carreras alrededor del frondoso verde y estallido primaveral de colores, de juegos de escondite con la abuela, zapatilla en mano, por romper una maceta. En un lateral dos mecedoras, al lado un velador, allí ponían café a las visitas, esas que decían... ¡¡que guapa y alta estas niña!!, mi abuelo siempre me sonreía y me guiñaba un ojo, tras sus gafas oscuras y su gran puro...
Hubo un primer día, de grises olvidos desatados en lágrimas de realidades conscientes, dolor ante una decadencia engañosa. De recesiones involuntarias a travesuras infantiles, que observé obtusa y que mi entendimiento, convertía en interrogantes silenciosos... su enfermedad.
Fue poco a poco perdiendo capacidades, degradando los colores de su piel que ya no rozaba el sol a blancos inmaculados de suave tacto, sus labios siempre sonrosados. En las tardes de primavera se sentaba en la mecedora con la mirada perdida. Ella en aquel su jardín, y yo, a veces, le cogía su suave mano y la besaba en su blanca y bonita cara con fuerza, siempre esperaba un ratito, por si me hablaba o sonreía, solo me miraba impasible, extrañada y como si no me conociera, en unos minutos me retiraba, nunca hubo una reacción.
Un día me arrepanchigué en aquella mecedora que me engullía y no paraba, al lado mi abuelo con su puro y su silencio... Abuelo tengo la solución para que la abuela se cure, - él me miró, por un momento logré que dejara su silencio-.
Un día me arrepanchigué en aquella mecedora que me engullía y no paraba, al lado mi abuelo con su puro y su silencio... Abuelo tengo la solución para que la abuela se cure, - él me miró, por un momento logré que dejara su silencio-.
Digame señorita - me dijo, mirando al frente-.
Pues verás - ya de rodillas en la mecedora- el otro día escuché a la tía, dice que en el futuro habrá cura. ¡¡El futuro, abuelo!!, como en la "peli", he mirado el frigorífico, ahí no cabe, pero si compras uno mas grande y la guardamos hasta el futuro, allí la curaran... y otra vez regará las plantas y sonreirá, como antes. Una larga calada a ese gran puro, otra vez ese silencio, -y sin más, le dije impaciente- abuelo, ¿lo hacemos, la "criozinamos"?...
Mi abuelo se río con fuerza... -y me contestó-, dos mejor, uno para ella y otro para mi en un campo santo... No lo entendí en ese momento y levanté la ceja enfadada, ¿acaso se reía de mi?... me miró con ternura y me dijo una frase que he seguido escuchando toda mi vida... "Las películas son eso, ilusión, imaginación, no son realidades",- después añadió- tu no pierdas la ilusión, lucha por tu futuro, eso es lo verdaderamente importante.
Llego el día, se fue de puntillas, casi imperceptible con su silencio impuesto y sus ojos cerrados en ese sueño de años. Yo ya era una preadolescente, llegué a casa de mi abuelo con el uniforme del colegio, él me miró, yo en el Sanjuán de la casa, me dio la mano y me llevó a su habitación, cuando la vi había una sonrisa que iluminaba su cara, solo sentí una gran felicidad.
En su deconstrucción finalmente se construyo una sonrisa y a mi me supo a dulce, a abrigo de sabores perdidos en desencuentros infantiles de difícil lectura.
Hoy en mi mundo, no quiero películas edulcoradas, donde los relojes cambian su rumbo y van hacia atrás, donde el mundo se crea con fecha de caducidad, donde los colores son artificiales, esos de una paleta virtual, ¿en serio deseamos esta felicidad digital y atemporal? yo...
Pues verás - ya de rodillas en la mecedora- el otro día escuché a la tía, dice que en el futuro habrá cura. ¡¡El futuro, abuelo!!, como en la "peli", he mirado el frigorífico, ahí no cabe, pero si compras uno mas grande y la guardamos hasta el futuro, allí la curaran... y otra vez regará las plantas y sonreirá, como antes. Una larga calada a ese gran puro, otra vez ese silencio, -y sin más, le dije impaciente- abuelo, ¿lo hacemos, la "criozinamos"?...
Mi abuelo se río con fuerza... -y me contestó-, dos mejor, uno para ella y otro para mi en un campo santo... No lo entendí en ese momento y levanté la ceja enfadada, ¿acaso se reía de mi?... me miró con ternura y me dijo una frase que he seguido escuchando toda mi vida... "Las películas son eso, ilusión, imaginación, no son realidades",- después añadió- tu no pierdas la ilusión, lucha por tu futuro, eso es lo verdaderamente importante.
Llego el día, se fue de puntillas, casi imperceptible con su silencio impuesto y sus ojos cerrados en ese sueño de años. Yo ya era una preadolescente, llegué a casa de mi abuelo con el uniforme del colegio, él me miró, yo en el Sanjuán de la casa, me dio la mano y me llevó a su habitación, cuando la vi había una sonrisa que iluminaba su cara, solo sentí una gran felicidad.
En su deconstrucción finalmente se construyo una sonrisa y a mi me supo a dulce, a abrigo de sabores perdidos en desencuentros infantiles de difícil lectura.
Hoy en mi mundo, no quiero películas edulcoradas, donde los relojes cambian su rumbo y van hacia atrás, donde el mundo se crea con fecha de caducidad, donde los colores son artificiales, esos de una paleta virtual, ¿en serio deseamos esta felicidad digital y atemporal? yo...
Quiero mezclar pigmentos en paletas de colores
con olor a naturaleza, a tierra mojada...
quiero raíces silvestres que crecen,
salvajes a la llamada de la luz y el agua.
Quiero olas que rompen,
tactos de arena en mis manos,
vientos que revuelven mi pelo,
en silbidos sonoros, arrítmicos...
Quiero creer en mi y en vosotros,
en la vida,
en la vida,
para mi no hay mas creencias...
Quiero poder respirar y respirarte,
quiero sentir y que me sientas...
Quiero que el tiempo me de...
horas y sueños por cumplir
y no quiero, irrealidades filmadas
en esperanzas por llegar.
El futuro lo construye uno mismo y no es mas que lo que nos queda por ver y vivir.
Mas constructores de mundos en el blog de Gus
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