Sobre aquella superficie pétrea, entre parpadeos veía el cielo, buscaba el azul entre nubes que anunciaba tormentas. Sus ojos se cerraban y abrían mecánicamente, su cuerpo pesado. El entorno nada agradecido, se mostraba entre gritos y ecos mezclados en silbidos y zumbidos, como un murmullo lejano en polvaredas al vuelo.
Yace en el campo de batalla, aquel que no tiene guerra, tan solo un grito de indignación interior por lo que alrededor de él acontece. Va perdiendo la percepción del color del cielo, se ve bautizado por el agua que mana fuerte sobre su cuerpo, en este cree su último respiro.
Tenía lo que siempre había deseado mostrar, sería un espectáculo de audiencias inusuales. En su mano su cámara, la que mas ráfagas disparaba en esas guerras lejanas, expresando mensajes ausentes en un mundo ideal y llamadas a la libertad de expresión. Su muerte, ¿intolerable?
"Todo lo "no torelable" queda fijado en la retina"