Desde mi ventana he visto cambiar el paisaje… el gnomo que vivía bajo el árbol desapareció hace tiempo y la fantasía partió, se llevó con él las hadas, los finales felices y el color verde de los prados. No sin antes dejarme una invitación para bajar al mundo real…
Abro todos los días al amanecer y, aunque al principio me costó dejar las gafas de latón para otear el firmamento que compré en una tienda de inventos imaginarios. Ahora al despertar veo el tiempo infinito que me han regalado en un vale para viajar diariamente “al país de si volverás”…
A veces mis pestañas se llenan de rocío al amanecer, otras el sol me saluda con una sonrisa y alguna… la brisa me acaricia para darme los buenos días. Respiro color… y, a diario, vestida del nuevo despertar me mezclo con los aventureros que surcan por el mundo rodante. A veces el chico malo de pecas me guiña un ojo y las cosquillas me pintan una sonrisa color corazón. Los personajes disfrazados de cuentos "no inventados" pululan a diario el cielo para conseguir ser los héroes de una vida que no se lo solicita y eso me entristece ...
Cuando llega la noche dejo las puertas de mi ventana entreabiertas. Siempre me crea curiosidad que pasa fuera en el mundo. Con el tiempo he entendido que es mi hora de soñar. La única licencia que me permito tras la ventana una vez aparco en la puerta de mi casa la vieja moto “pink” que me acompaña a diario en esta maravillosa curiosidad que es la realidad por inventar…
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