Entró en el aula evitando contacto visual con los asistentes a la charla que él impartiría, todavía no era la hora. Se dirigió hacia la ventana. Aquel paisaje en tono plomizo que observaba se había instalado en su vida.
Aquella noche de juventud y sus ganas de comerse el mundo le impidieron ver más allá de las razones que él inventaba a la carta para poder realizar sus ¿sueños?...
-Sueños- se dijo, una palabra que ahora tenía otras connotaciones, había perdido ese halo de alas de pájaro, y el color de la vida que chilla pidiendo al corazón más y se había convertido en una extraña alimaña que lo asaltaba cada noche en forma de fogonazo imprevisto para después mostrarle el resto del escaso recuerdo, las sirenas, el olor a goma quemada, los gritos, todo era tan difuso.
El riesgo, lo prohibido, todo aquello que no era más que la parte equilibrada del mundo civilizado al que él le dio la espalda le había producido una indigestión de adrenalina desde esa noche.
El riesgo, lo prohibido, todo aquello que no era más que la parte equilibrada del mundo civilizado al que él le dio la espalda le había producido una indigestión de adrenalina desde esa noche.
Con su dedo quiso cazar esa gota presurosa que recorría el cristal de arriba a abajo, y sintió el frío y la prisa, - un símil más que añadir- se dijo..
-Siento todo lo que pasó, siento dolor, siento... siento... -pero ya no hay vuelta atrás, lo sabe y cada día se castiga y pide perdón a lo que desea olvidar, la parte de él que se resiente y no percibe.
Llegó el momento se aferraría a esas charlas, no podía rendirse, se giraría y les contaría la parte no asumible de su historia. Mientras él leería en sus expresiones, sus gestos, e intentaría ver la vida donde en muchos casos habría renuncias inconscientes a la misma. Sabía que se reconocería en la indiferencia que le muestren, eso le aterraba. Tomó aire y se dirigió a los allí convocados, tenía una hora para hacerles reflexionar.
-Buenos días, me llamo Juan, y soy parapléjico. Mi médula quedó afectada por una necesidad absurda y evitable que me llevo a ir por una carretera en sentido contrario en una noche de excesos. La vida me iba en saltarme la norma, en ser diferente, original, el mejor...
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Un decálogo de normas por saltar y leer... En el Blog de Gus