Una vez en la calle alzó la mirada al cielo como el que pide perdón a ese Dios que reina en el. Para después enfilar aquella callejuela como años atrás. Mientras sus pensamientos se enredaban en el camino del pasado al presente por el filamento comunicante de la memoria, un pequeño atisbo de recuerdo se mezcló con los cambios amalgamados en el espacio del tiempo. Había algo que llamó su atención, aquel firme empedrado seguía ahí desafiando al futuro, brillaba en plata por las lluvias de verano que unos minutos antes habían hecho su presencia. El bochorno, la sensación térmica le eran familiares. Sus puños en los bolsillos eran la señal de que no daba tregua al olvido. Una vez llegó al puente K*** ... pudo vislumbrar al fondo una esperanza, el arco iris hizo su aparición. Ya no se interrogó más, pensó que podría olvidar solo necesitaba desearlo...
Así fue, el silbido hueco de aquella bala perdida que llevaba su nombre terminó alojado en su cabeza. En ese mismo instante aquel impacto hizo de hilo conductor entre la memoria que realizaba su habitual camino de regreso hacia su conciencia y, se quedó en blanco.
Y el olvido llegó de la mano de la muerte.
Y el olvido llegó de la mano de la muerte.
matices
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