Otro día más de feria, otro que termina para los que se divierten y disfrutan. A Pepe todavía le quedan unas horas más de trabajo en aquella caseta de la feria. Le resulta extraño, no hace tanto él se sentaba en una mesa con su traje siempre enlucido con un clavel reventón en la solapa… ¡y como disfrutaba de horas de algarabía y fino!.
Y dan las cuatro de la madrugada en el reloj y la gente se va diluyendo entre efluvios de alcohol y pasos torpes, son los últimos... una vez fue él último -piensa mientras limpia la barra y recoge las sillas de eneá-. Es cuando empieza a barrer el ambigú y observa los farolillos que alumbran la parte noble de aquella, ahora desolada caseta del real, se deja inundar por los recuerdos del pasado.
Las carreras entre volantes con su hermana, las primeras sevilla nas improvisadas y aquellas manzanas caramelizadas que remataban la jornada, ¡que le gustaban!, era la fiesta, el ambiente, la libertad y las sonrisas... Después vinieron los años de adolescencia, la independencia, el libertinaje, las copas a escondidas y sus consecuencias... y Maria... -se le escapa un suspiro- sigue barriendo, cuando llega al tablao para y enciende un cigarrillo ve su imagen en el espejo reflejada, y tras la primera calada se sonríe y se dice, ¡ladrón como has envejecido y que malamente!... es cuando su pensamiento retorna a ella ¿dónde estará María?, la imagina delante de él en ese espejo con esa flor de un rojo profundo que adorna su melena, esos ojos vivos, y ese traje que le marcaba las hechuras y el porte, aquella que se le llevó el alma y el corazón una noche de hace muchos años cuando entre bailes, lunares, vuelos de volantes y dulces besos, cerraron aquella caseta y pusieron comienzo a su historia de amor.
Y le asolan otros momentos más tristes y recientes, aquellas últimas palabras en el rellano de la escalera de la casa que compartían…
-Maria, no te vayas ¿tan mala vida te he dado?
-No, Pepe, es el amor se nos escapó entre silencios y desapego- ella recogió su maleta y se fue... para siempre.
Y ahora, ante aquel espejo vuelve su imagen y la siente como años atrás, sabe que no volverá pero siempre tras un espejo estará aquella morena que en una Feria lo enamoró llevándose su corazón. Tira el cigarrillo al suelo lo pisa y sigue barriendo aquella caseta donde se ha enredado en noches de cante y gentío, de belleza racial y de tiempos pasados, pues esta de ahora no es su feria...
Matices
Mas revuelo, gentío y duende En el Blog de Manu
Y rompiendo con el ritmo del relato y para no perder la costumbre os invito a bailar... ¿quién se apunta a una rumbita? metiéndonos en ambiente... que ya estamos en la cuenta atrás para la Feria de abril. ¡¡Ole, Ole!!