Mover los hilos de aquella triste marioneta era su labor, de sus dedos emanaban sus movimientos, lentos, pausados, delicados, sin darse cuenta se convirtió en una extensión de si mismo. A veces la miraba desde el rincón donde habitaba e imaginaba que su inquisidora y triste mirada dibujada en su cara de madera le pertenecía...
Decidió que viviera en un mundo sin palabras, que sus movimientos expresaran dentro de su muda acción, como el que tiene el poder de dar para no devolver nunca. Cada tarde dibujaba sonrisas de ternura en aquel parque, al son de su director, que recogía sombrero en mano las monedas de los ilusionados e ilusionantes que por allí deambulaban. Con el tiempo comenzó a caer aquel castillo de naipes figurado, los años, las tanzas gastadas, su carita de madera desdibujada y sin brillo. Tal vez, la ceguera mas grande, la del hombre y la ambición no dejó que viera la realidad. Sus dedos le exigían en exceso, quería que fuera la muda marioneta que brillaba en el escenario siempre manipulada a su antojo.
Y llegó el día que en aquel su escenario decidió despedirse en una retirada obligada e involuntaria cayendo desfallecida ante su público. El enloqueció, la arrojó contra el rincón, y con mirada inquisidora, -¿Porque?- le preguntó...
Dos lágrimas de serrín resbalaron por su tez y con sus ojos le habló.
Fue cuando miró sus manos, de donde colgaban las tanzas vencidas, cuando pudo ver el paso de los años y el movimiento silencioso y tembloroso de las mismas, ¿acaso ella no era una extensión de él?.
Se cerró el telón...
Matices
Seguramente nunca calculó dónde terminaba él y dónde empezaba la marioneta... Bello relato.
ResponderEliminarUn besito
Asi desgraciadamente se han sentido y se sienten demasiadas personas, marionetas en manos de un manipulador
ResponderEliminarBello relato Matices.
Hay ilusiones que -descontroladas-pasan a ser ingratas locuras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tu hermoso relato, al igual que a San, me hizo pensar en esas mujeres que han sido toda la vida, tristes marionetas en las manos de sus maridos-amos. Al menos en tu relato el telón cae para los dos a la vez, en la vida real, por desgracia, no. Un besote.
ResponderEliminaruff...demasiadas similitudes con ciertos aspectos de la vida...de segun que vidas...
ResponderEliminarbuen relato...
un abrazo
quizas hizo lo que debía, liberarse
ResponderEliminar