El día despierta, amanece una nueva jornada y, a ella le gusta observar como crece el bullicio en la calle desde su posición. Siempre con la mirada altiva, a veces, esconde sus ojos tras unas grandes gafas de sol. Cada semana alguien le elige el fondo de armario , después unas chicas uniformadas la visten siempre a la última para que pueda lucir con gusto y elegancia en un escenario exclusivo que va por temporadas.
Un gentleman de americana y jeans la acompaña hoy, lleva un pañuelo a cuadros que le asoma por el bolsillo superior de su chaqueta. La mira disimuladamente. Ella que lo intuye desvía su atención buscando algo en el fondo de su bolso de Gucci.
Su vida es anodina, tiene pocos estímulos. Diariamente se clavan las miradas de los viandantes en la escena recreada. El deseo va por barrios, unos lo harán realidad, otros se conformaran con admirarla pegando la nariz al cristal que los separa y, los más pasaran de largo. Y yo, que cada noche realizo mi turno de barrendera en la Quinta Avenida, la observo ofreciéndole una historia para que desde su inmóvil posición tras ese escaparate cobre vida. Luego, cuando llego a casa, me pongo el pijama de franela y tomo un chocolate caliente antes de empezar a soñar con vivir ese día imaginado que ella me ofrece cada noche...
matices
Más vidas insípidas esperando su momento en el Blog de Maribel Soliluna
Una vida muy quieta,a pesar de esos cambios semanales que la hacen lucir distinta.
ResponderEliminarCobra vida en los ojos de quien la mira, pero esa barrendera, es la que en verdad hace de ella un ser que puede escapar de las cristalinas vitrinas. No hay más vida, que la que ella le ofrece desde su imaginación.
Un singular enfoque para un relato muy bien contado!
Besos!
Gaby*
Bravo!!!
ResponderEliminarUna de tantas vidas aburridas que necesitan refugiarse en un sueño para llenar un vacío.... Triste Matices, muy triste.. pero frecuente....
ResponderEliminarTriste tener que vivir de la vida que les sobra a los demás. Abrazos
ResponderEliminarIntercambio de anodismos, maniquí por barrendera en el país de los sueños. Estoy seguro que el maniquí daría lo que fuera por barrer calles.
ResponderEliminarUn abrazo
Al fin y al cabo una mera realidad. Siempre envidiamos aquello que no tenemos, al menos la mayoría de los humanos...
ResponderEliminarUn beso y cafelito.
Esta entrada tambíen hubiera ido al dedillo con a el anterior de los deseos. La baredera que quiere lucir modelos desde una vitrina, para ser admirada por todos. i la modelo desearia llbrarse de su encorsetado vestido de lentejuelas para sentirse libre como la barrendera.
ResponderEliminarLibre y feliz.!!!! que paradoja.!!! Muy bién hallado y explicado este texto.
vaya inventiva, un relato genial
ResponderEliminarsaludos
yo...es que la propondría robar un banco entre los dos y escaparnos a un lugar en medio del océano que no dire para no dar pistas a la poli
ResponderEliminarHas narrado la triste historia de dos vidas anodinas, la de la maniquí de escaparate, inmóvil, que ni la ropa con que la visten puede elegir, viendo pasar la vida y el bullicio de la gran ciudad delante de ella y la de esa barrendera que sueña con esos fastuosos vestidos con esa vida de glamour a la que desde su atalaya la invita diariamente la maniquí, mientras inventa historias para ella.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el enfoque que le has dado a tu relato.
Un fuerte abrazo.
¡Guauuu! Oigo los tacones de aguja de esa mujer que camina buscando lo que no tiene, que ofrece la imagen perfecta en el escaparate de la vida...esa vida envidiable para algunos y sin embargo tan insípida.
ResponderEliminarUn besazo
Interesante enfoque este, cada una tiene de su lado lo que le falta a la otra, mitades de vidas incompletas, el brillo puede ser tan insípido como la rutina, a tu barrendera Matices, al menos la imaginación la eleva
ResponderEliminarMuy bueno! abrazo grande
wow!!!!! ya me imaginaba que era un maniquí, siempre he imaginado que están vivos de alguna forma, quizás por tener aquella forma curiosamente humana, y de vestir tan elegantemente y tan pulcra ropa, me hace imaginar que son simplemente seres especiales inanimados, esperando que alguien se atreva a darles vida con sus sueños, maravilloso relato, gracias por escribirlo, besos!!!!
ResponderEliminarTenía mis dudas si era un maniquí o una modelo, con talento para permanecer inmovil.
ResponderEliminarMe inclino a lo primero, adhiriendome a la idea del comentario anterior. Recuerdo la película Wish Master, con un genio que concede deseos al pie de la letra, con el peor daño posible. A una joven vendedora de un negocio de ropas le concede verse siempre hermosa...convirtiendola en un maniquí, en el mismo negocio.
Muy bueno. Encadenas lo intuido con lo sorpresivo y al final queda una historia compacta y bella.
ResponderEliminarUn disfrute de texto y contenido.
Besos
Me quedo contigo, con la verdadera protagonista del relato, y con tu caliente chocolate.
ResponderEliminarUn beso. (Normal, a temperatura ambiente).
Bueno, de ilusión también se vive. Tal vez su vida real de barrendera sea anodina pero tiene un mundo entero lleno de posibilidades en su imaginación...hay gente tan aburrida que no tiene ni eso.
ResponderEliminarUn beso
Una visión interesante, esa maquiní que cobra vida y esa mujer que sueña con lucir lo que la maniquí lleva, y es que suele pasar , que deseamos aquello que no tenemos o que no somos, Como siempre tu sello impreso.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
A veces pienso que el hombre está más capacitado para engañarse a sí mismo que a los demás y que ambos engaños funcionan de manera inversamente proporcional. Un maniquí no es sino una percha que se ha transformado en modelo de mujer a seguir y de donde surge el afán estético de algunas mujeres. La ropa es moda cambiante a un precio inexplicable y la Quinta Avenida el escenario perfecto para representar tal sucesión de espejismos. Mientras que lo humano peregrina en solitario por este vulnerable desierto de sueños y mercancías.
ResponderEliminarUn cálido abrazo.
El maniquí me ha recordado a mujeres (y algún hombre) que conozco: variables como las modas por fuera y por dentro solo monotonía. Me ha gustado tu relato. Un beso!
ResponderEliminarVaya! Lo siento...
ResponderEliminarpensé que había escrito algún comentario a este post que ya leí hace algún tiempo. Está claro que mis palabras se perderían por la red como los sueños y deseos de todos aquellos/as que contemplan la figura de ese ser sin alma pero que está muy presente en nuestra sociedad. Quizá represente la superficialidad, la apariencia y trivialidad que concedemos a las emociones y sentimientos en favor del aspecto material y externo de nuestra vida... quizá...
He venido a tu casa y a la de Pepe para comprobar si hay alguna actualización de la convocatoria juevera este fin de semana en tu tierra. Ya me pasaré mañana :))
un fuerte abrazo