Sentada en la puerta de la que ahora es nuestra casa, con los años pasados y la vida de vuelta, me vienen en torrente burbujeante los recuerdos de aquellos principios nuestros. Lábil relación por la que nadie apostaba.
Empezó el verdeo, y tú, zalamero, buscabas mi mirada, yo esquiva no me dejaba enredar por el que dicen el tirillas del lugar. Mi piel dorada, la gota que se desplaza por tu frente buscando un recorrido incierto y ese sol anaranjado que amanece en oleaje cubriendo de luz el campo, dando brillo a los verdes y morados dieron a ese escenario la complicidad necesaria. Y en una noche de fiesta, de cierre de temporada dimos rienda suelta a nuestro sentir, nos enredamos entre besos, amaneceres y el tintineo de tus cantares susurrados en mi oído... Momentos de ajonjolí, alegría de piel y deseo mezclados.
Ahora, te observo en este pasar del tiempo sentado junto a mi y no te hallo. Se perdió la fantasía de tiempos pasados que alimentan mi imaginación y me pregunto -¿dónde estará ese malote que conocí?- mientras... vos sigue con las manos colocadas en su chivata y la mirada ensimismada no sé donde.
matices
Mas alegrías en palabras En el Blog de San, "Y nacimos casualmente"...
Pasa la vida... y todos somos apenas una sombra de lo que fuimos.
ResponderEliminarMe quedo con tu pasado y guárdame unos momentitos de esos de ajojolí. Seguro que aun te queda y lo quieres compartir. Un beso.
ResponderEliminarBonito relato, que encierra mucha poesia. Ecribes muy bien amiga. Enhorabuena.
ResponderEliminarRelato poético y lleno de bellas metáforas, a pesar del encorsamiento al que obliga este relato.
ResponderEliminarEl paso de los años termina por desinflar las brillantes burbujas de los primeros amores .
Hay un regusto de tristeza en tu historia, que la hace mas sugerente y bella.
Saludos.
haz resumido de cierta forma, la vida amorosa que todos llevamos a cuestas por el mundo, su energía de atracción y ese desconsolado desgaste que muchos llamamos tiempo, los huesos se carcomen, la piel se arruga, el cabello se cae luego de volverse canoso, el aliento ya no es fresco y los movimientos se van haciendo lentos, los musculos se van adelgazando y nuestras formas más hermosas simplemente se desvanecieron, junto con el amor que nos envolvía, todo lo vamos perdiendo con el pasar de los años, que queda entonces? más que la costumbre aquella que no dejamos que se vaya, aquella la cual nos aferramos con tanta fuerza que se funde en nuestros huesos viejos, en aquel silencio que nos acompaña mientras observamos con nostalgia los buenos y bellos momentos del pasado, que poco a poco se van torciendo, alejando hasta simplemente ya no poder ni verlos, es cuando la vejez ha cubierto casi todo, arrebatándonos también los recuerdos.... hermosa entrada como siempre.... besos!!!!
ResponderEliminarMe sabe a burbujas tristes, y lo digo así porque lo has escrito de forma bellísima.
ResponderEliminarUn beso
Bonita historia pero con final un poco triste, de añoranza de algo que ya no existe no solo por el paso del tiempo...
ResponderEliminarUn beso
Tal vez también él esté enredado en el ayer, buscando dónde se quedaron aquellos recuerdos, aquel encanto...tal vez si se hablaran sinceramente...!
ResponderEliminarUn abrazo juevero.
Hola Matices.
ResponderEliminarCurioso relato el tuyo y curiosa la forma en que va girando la historia. Real como la vida misma. Me ha gustado mucho la expresión esa de: "comezó el verdeo". En cuanto a lo de las manos en la "chivata"...¿es lo que pienso? Jajaja. Sutil. Muy sutil.
Te dejo un abrazo.
Lupe
Que historia más bonita nos has dejado Matices. No se muy bien si es que la relación se ha perdido en la rutina del día a día y ha muerto, o es que él padece alguna enfermedad que le enajena de todo.
ResponderEliminarBss.
un magnifico trabajo el que has realizado, con el uso de las palabras
ResponderEliminarDesde el primer suspiro hasta el adiós, una sinfonía de palabras enlazadas. Precioso Matices.
ResponderEliminarUn abrazo que arropa y abriga.
A pesar de la tristeza qué esconde tu relato en ese final de ausencias...Se intuye que aunque el amor se acabe, siempre queda cariño...o costumbre...pero juntos permanecen.
ResponderEliminarEl tiempo desgasta las relaciones, esa es una realidad incuestionable. Bello relato.
Besos querida Matices.
Laa pasión pasa y el amor se vuelve más sereno; aunque a veces se echa de menos.
ResponderEliminarBuena combinación de las palabras.
Un abrazo
Remembranzas... y el tiempo que hace de las suyas, con nuestra memoria, con nuestras ganas, con lo que fue, con lo que es. Es cuestión de conjugar la vida, y que los préteritos no nos ganen y los presentes no nos suenen tan deslucidos.
ResponderEliminarPrecioso escrito, con ese aire íntimo que te caracteriza.
Besos!
Gaby*
Un hermoso texto para describir sentires un tanto tristes. Cuando buscamos en los demás lo que fueron y no lo hayamos, es porque nosotros tampoco somos los mismos; la vida pasa para todos y los sentimientos que unieron se trasforman con ese transito.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy buen relato, la impostura de las palabras obligadas no distraen, al contrario, ilustran.
ResponderEliminarEl tema ya es más discutible... jaja
Besos
Me quedo con ese final, ese momento en que uno no sabe que ha pasado, que disfraz ha dado a alguien que conocemos el carnaval de la vida.
ResponderEliminarPor cierto, es el primer relato en que ni me he dado cuenta como has aprovechado las palabras propuestas, lo que quire decir que las has mezclado perfectamente en el relato.
Muchos besos.
Bella narración de la añoranza de tiempos pasados con el corazón contento.
ResponderEliminarBesos, Matices.
Hay tanta dulzura y nostalgia de esa alegría vivida, que pretende vivir todavía de los réditos... me ha parecido bonito, porque tal vez la esperanza sea necesaria.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
Cuidate.
¡Ay, que el tiempo todo lo transforma. Visto desde la criba de tus ojos, en un paisaje árido se ha convertido.
ResponderEliminarUn beso
nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
ResponderEliminaray, ni el ajonjolí!
¿Sabes una cosa, Matices?. El fuego, una vez que se aviva, hay que mantenerlo continuamente para que no quede reducido a unas cuantas brasas y muchas cenizas, triste remedo de la pujanza y vivacidad conque nació. Eso a menudo se nos olvida y solo queda el lamento por lo que ya no es y el recuerdo de lo que fué.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato, como siempre.
Un fuerte abrazo.
Te busco y no te encuentro... Este jueves hubo mucha música de tango en muchos blogs. Será el "vos" obligado, pero cómo me gustó oir tanto bandoneón arrabalero.
ResponderEliminarTu relato sostiene la melancolía con buen enganche de las palabras a las que nos "sometió" la amiga San...
un fuerte abrazo