Paquita subía los escalones de dos en dos, era una adolescente, pero disfrutaba con sus pequeñas rutinas.
Su cuerpo había cambiado pero su interior seguía siendo infantil, alegre y dicharachera así la conocían todos...
Todavía recuerda el día que entró por la puerta de casa y como un torbellino saludaba y gritaba al aire su llegada, su padre la paró en seco y le dio la noticia. El torbellino perdió fuerza y fue desenroscándose hasta quedar en medio de aquella habitación que se tornó sin luz y por momentos la aplastó con la fuerza de las grandes patas de un marsupial.
Habían pasado los años, aquella niña creció a-temporal, andaba siempre sumida en esbozos y melodías, que siempre la llevaban hacía la sesgada información que su padre le había dado de lo acontecido aquel día. Su corazón quedó desierto, tal vez su mecanismo se paró buscando ser niña de nuevo y poder recuperar el tiempo perdido cuando ella volviera.
Se movía en consignas dadaistas, entre libros, papeles, lienzos y bosquejos. Tenía su propia concepción de su mundo, el único que la acompañaba, ¿porque no revelarse?, ¿porque no hacer real lo que simplemente por venir impuesto es irreal?. Ya no era inocente, no entraba en milongas, aunque poseía un sueño, solo uno, algún día levantaría sus ojos del papel donde dibujaba sus ensoñaciones, para ver como su mamá la sonreía desde el pretil de la puerta, Paquita siempre le respondía cómplice, con sus ojos brillantes y su tierna e incondicional sonrisa, ahí justo en aquel sucedáneo se encontraba su irrealidad.
Matices
Mas palabras "queridas" en la redacción de The Daily Planet Bloggers.
Una historia hilvanando las diez palabras, real y dura, pero escrita con la dulzura que te caracteriza.
ResponderEliminarPreciosa Matices.
Un abrazo.
Uf, me recuerda una historia que conozco en la realidad.
ResponderEliminarEl relato tiene tu magnífico estilazo pero no es de las tuyas que más me gustan. A lo mejor es que tengo un día raro.
Besos, amiga.
Es difícil vivir fuera de este mundo,buscando la utopía y perdiéndonos en sueños imposibles, que lo más probable nunca se hagan realidad; pero bueno como dice el refrán:"La ilusión nunca se pierde"
ResponderEliminarBonita y soñadora historia.
Un abrazo
De golpe, así, se para se apea de la adolescencia un mal día, para siempre grabado en la memoria.
ResponderEliminarLo conseguirá esa mujer, conseguirá el sueño en el papel, con trazos, lo creará y será posible el encuentro a través de los tiempos. Nada como querer, y tú Matices, quieres, puedes, sueñas, describes realidades con toques de ensueño.
Siempre disfruto leyéndote, muchos besitos.
Mas es una época rememorada por sus propios protagonistas u observada por testigos que una gran vivencia en sí. Me refiero a la primera adolescencia.
ResponderEliminar¿Cómo alzarne mi pressente libre de agovios y preocupaciones?
Atemporallidad es una tregua dentro.
Tésalo
La inocencia se va quedando rezagada y no hay milongas que la adelanten mas que en los sueños. Triste, triste historia.
ResponderEliminarUn beso
Bueno!...me imagino que te las has visto complicada a la hora de intentar armar una historia a partir de las palabras que habías propuesto!...jajja...hay que ser muy hábil para meter "dadaista" en forma coherente con "marsupial" "sesgada" y "milongas" por ejemplo!!!!jajajaja
ResponderEliminarTe felicito!..no sólo lo lograste, sino que te has lucido! ejjeje
Abrazos.
Impecable puesta en escena con 10 palabras muy difíciles. Muy logrado, Nieves, felicitaciones.
ResponderEliminarbesos.
Me has dejado intrigada...pero tu metáfora del paso de la infancia a la madure por un hecho que en un determinado momento nos sucede es tan cierto... Lo tenias difícil para hilvanar y lo has conseguido, no imaginaba como ibas a meter lo del dadaísmo y esta perfecto. Un besado playero querida amiga
ResponderEliminarAdolescencia truncada de repente por una noticia que marca fuertemente el resto de su existencia. Una triste y magníficamente hilvanada historia para tus diez palabras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me dan una ternura infinita los soñadores, los que guardan un rincón de inocencia para sí, no importa lo que pase afuera, ni la imagen que les devuelva el espejo.
ResponderEliminarMe gusta esta historia, aunque triste, ojala no sean vencidas las ensoñaciones.
Besito Matices