En aquella habitación, a media luz, sentado en su cama, con la mirada cabizbaja intenta recordar cual fue la primera vez que acompañó a su Cristo, en las manos su medalla de hermano de la cofradía, este sería el último que recorrería las calles de Sevilla en penitencia. El año que viene el olor a azahar en almizcle con el incienso, el sopor del calor, de las personas arremolinadas en espera de la bella atracción primaveral que inunda su paso por donde va, será diferente, irá del brazo de su señora, de traje y corbata en busca de él y ¿como no?, de su nieto, hermano y nazareno recién estrenado en la familia. El no se imagina ver a su "Señor" mirarle a los ojos de frente y al son de la banda de cornetas y tambores ...
En la habitación de enfrente, su hijo, descansando antes del esfuerzo en las trabajaderas bajo su Cristo, este año es especial y de gran compromiso, es el último que su padre hará penitencia, mirando al techo intenta recordar ese primer día que de la mano de su padre recorrío con una vara la estación de penitencia... Ahora es costalero del Cristo y hoy dedicaran una chicotá a su padre, no sabe si podrá conterne la emoción y a la vez la pena de no compartir el sentimiento con él.
En el salón, con la abuela, ese pequeño, que irá como su hijo, hace ahora treinta años, vestido de devoto de la mano de su abuelo. Juega en la mesa con las estampitas de los santos y los caramelos, que llevará en un cesto, y compartirá con los niños que ansiosos esperan ese regalo simbólico, cual estampitas de último "superheroe" fueran y que tanta ilusión les hace...
La madre, enciende el incienso, reza ante el cristo que preside el salón, hoy será un día que nunca olvidaran, lleva viendo a "su Manué" vestirse tantos jueves santo para procesionar, con la túnica planchada, blanca, impoluta y su capirote bermellón que es el color del cristo. El silencio se hace, el padre ayuda al hijo ya enfundado en su túnica... le ayuda a fajarse, aprieta el cinturón de esparto en su cintura, para poder soportar el dolor de riñones, su camiseta blanca, con el escudo de hermandad y sus alpargatas... en la cabeza le ayuda con el costal, colocándole la "morcilla" para protegerlo del peso en el cuello, aunque no evitara, el dolor cuando pesen las horas en este.
Una vez preparados, su padre lo mira a los ojos, deposita en sus manos su medalla, el cordón raído, soporta el paso de los años, los hilachos dorados dan cronología a la tradición familiar, al sentimiento, al dolor, a la pasión que sienten... el silencio se hace en ese habitáculo, se abrazan mezclados en lágrimas, no logran adivinar sí de tristeza o alegría, pero si saben identificar el sentimiento, porque han vivido con él desde que tienen uso de razón...su hijo siente el orgullo y el compromiso que adquiere a partir de ese momento y no le pesa.
En la calle, florecido el azahar, la Giralda sin engalanar muestra su cara siempre la más bella, como testigo de lo que acontece, el conjunto monumental hace juego con los murmullos de los que esperan en la noche, tan solo alumbran las farolas y los cirios encendidos que portan los nazarenos y en la calle Placentines, Manué, verá a su Cristo, lo mecerán para él. Entre los humos inciensados y al toque del llamador, el capataz grita a la cuadrilla ...
Fotos cedidas por "ErTirillas con T de Triana" |
De un salto, el Cristo arriba en el silencio que se ha realizado, solo el arrastre de las alpargatas en el suelo, irrumpe la banda en sus sones procesionales, retumbando en las trabajaderas, su hijo emocionado con el peso del paso sobre su cuello, aprieta en su mano la medalla que hoy ha recibido como testigo de una tradición familiar, e intenta imaginar el gesto de despedida de su padre...
Matices
Más acontecimientos con cierta historia en el Blog de Gus
A todos los jueveros...
ResponderEliminarMe despido por un tiempo, actualmente no puedo adquirir compromisos porque en mi recuperación de la lesión tengo días complicados...
Aún así el blog seguirá con actividad, pero con la libertad de publicar los días que esté mejor..
Gracias a todos por vuestra acogida, me he sentido parte de un equipo excepcional. Eso sí, amenazo con volver a castigaros con mis matices... y no dejaré de visitar vuestros blogs.
Os he dejado el sentir de mi ciudad en estas fechas, aunque no soy muy asidua, me he criado en la tradición, el lenguaje y el sentimiento...
Besos
Querida Matices, tu relato me ha llenado de emoción, cierto es que no he pertenecido nunca a ninguna hermandad, pero he crecido en la tradición y año tras año he visto y sentido todas estas vivencias que tan bien describes.
ResponderEliminarMe ha parecido un relato precioso, pero no es algo nuevo, desde que te sigo cada entrada es especial.
Cuidate y vuelve, como vuelve cada año estos momentos llenos de bellos matices.
Un abrazo.
Comparto la misma emoción que San, en mi tierra antes las procesiones se vivían desde pequeños, después hubo un parón, y ahora parece que se retoman las viejas costumbres. Siempre respeté la semana santa, el domingo de Ramos no puedo dejar de ver la burrita, es como si me faltara algo si me quedo en casa, y el viernes santo, jamás he faltado a una procesión que sale de la catedral, esa va unida a una serie de recuerdos muy importantes para mí. Después mis ideas a lo mejor asustarían a más de uno, pero pienso que el respeto es muy importante, y conservar las tradiciones también.
ResponderEliminarTe me cuidas mucho, buen fin de semana. Besitos.
San, hablamos un mismo lenguaje, pertenecemos a una misma tierra, a veces te leo e identifico expresiones... No es un adios definitivo, seguiré escribiendo, pero me cuesta llegar a los jueves con soltura. Gracias por haber estado conmigo en esa experiencia tan gratificante...
ResponderEliminarPepi, que ya empiezo a darme cuenta de porque te llaman "mami", las tradiciones arraigadas en un país también conforman su historia, y nuestro país, como el resto están llenos de ellas, la libertad está en como cada uno las quiera vivir... Te prometo cuidarme... y estar por aquí los días que me sienta mejor.
Besos a ambas...
supongo que la tradición de la semana santa conlleva la creencia en algo. y digo supongo por que uno es ateo confeso y sin remisión...el ser ateo implica ausencia de fe, ausencia de creencia. implica creer en lo que veo o puedo comprender. y en diciendo esto, te digo, matices, que tan sólo puedo deleitarme con este cuento tuyo, no hablo de lo mal o bien escrito, no, hablo de la temática...decía que tan sólo me puedo deleitar debido a que soy de cultura cristiana. si no fuera así, y en siendo ateo, me dejaría sin comprender... comprender dónde está el disfrute de los semanasanteros, dónde está el disfrute de la semana santa, en fin...
ResponderEliminarah, por supuesto que respeto todo, aunque no comprenda.
ah, la tradición familiar, matices, acaso no puede ser una especie de cercenamiento de ciertas aspiraciones individuales?...
no sé, preguntas y opiniones que me surgen a tenor de este tu jueves..
un beso...entero esta vez, como no podía ser de otra manera.
Gustavo, las creencias, si existen, siempre deben ser individuales en principio. Para mi hace años que tener el espíritu sosegado es lo mas importante...
ResponderEliminarLa Semana Santa, es lo que es, y es evidente que va enraizado con un sentimiento religioso. A mi, en especial, que se pueda sentir o interiorizar un sentimiento de esta manera, transmitir a los tuyos tu sentir, y llevarlo de generación en generación me parece importante, sea en el ámbito que sea, siempre que se crea en lo que se hace...
La vida en mi ciudad, la familia, amigos, conocidos imagineros, artistas me han llevado a reconocer que a veces me ha cautivado o deleitado su estética y me produce un enorme respeto.
Besos
Matices, haciendo honor a tu nombre, has labrado el diamante de la Semana Santa andaluza, el sentir del cofrade, del costalero y lo has llenado de matices, de creencias, de vivencias, de emociones, del sentir de un pueblo (el nuestro) que es excesivo en todas sus manifestaciones tanto religiosas como festivas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo pertenezco a una hermandad o cofradía y la emoción que se siente es indescriptilbe. Cuando veo salir a mi virgen del templo, me emociono como una niña, pero cuando la bailan, ahí los pelos de escarpia y cuando la cantan la salve, no puedo más y arranco a llorar de emoción.
ResponderEliminarUn beso
Pues tu comentario me ha tocado. Lo primero y por mi parte, FORMAS parte de un equipo, enfatizando el tiempo verbal (presente).
ResponderEliminarEspero que tu ausencia no se produzca o sea minima, tu aportacion en estos jueves me parece siempre interesante.
Un muy fuerte beso.
Si señor, así es la vivencia de la tradición manantera en andalucia. Para comprender lo que viven los cofrades nada mejor que fijarse en los costaleros, verdaderos sufridores anónimos.
ResponderEliminarPrecioso relato que acerca a la verdadera sensación de esta semana.
Un beso, Matices
Inma Brujis, te entiendo he compartido esos momentos con personas que se emocionan como tú y se que es sincero y sale de un sentimiento interior...
ResponderEliminarPepe, que razón tienes..
Manuel, llevas razón los costaleros y su trabajo es excepcional, además se basa en un sentimiento profundo a su hermandad.
Juan Carlos, "no se me quede tocado", yo seguiré por aqui...es verdad, no he conjugado bien el verbo, perdóneme. Gracias, por su comentario, lo intentare cuando este mejor...
Besos
Hola Matices.
ResponderEliminarUn buen relato sobre la Semana Santa y las Cofradías.
Aquí en el Norte, no están tan arraigadas las tradicciones religiosas de esta índole.
Es bonito como has descrito el tema.
Un abrazo.
Me has hecho emocionar profundamente Matices. Me encanta la evocación que haces de las tradiciones de tu tierra(todas son validas y a mi siempre me pueden), que las trasmitas con cariño y orgullo, las dignifican y enaltecen tus palabras y sentimientos.
ResponderEliminarUn gran abrazo y espero leerte pronto por acá