domingo, 21 de noviembre de 2010

De Libros y sueños de "Matahari"...

En su casa, siempre descalza, le encanta el calor que el suelo de madera transmite a sus pies, la calidez del otoño... disfrutar de una tarde de silencio es como un regalo, el libro "interminable" será de fin inmediato, hoy mismo, lo sabe... Se decide a potrear el sofá, licencias de pereza, deja la taza de chocolate caliente en la mesa y  sube sus pies,  se cubre con una gran manta mullida y suave,  coge ese libro, lo abre... pasa dos páginas atrás y va retomando la lectura donde la dejó.

Noche de lluvia, cedida por Ricardo Bianco
Por momentos, va metiéndose en el ambiente lúgubre y gris de calles empedradas, donde el  humo blanco sale de los respiraderos del metro, de los salideros de las alcantarillas, tan característico  de las noches de Nueva York, y que la traslada a años atrás... El día frío, sometida al calor y la comodidad de la casa, el sopor de la calefacción  hace mella,  sin darse cuenta cae en ensoñamientos, de fondo algo de jazz, alguna  cantante moderna, suena como un eco dentro de ella con cierta lejanía...

Nueva York, años 50, y de momento convertida en una rubia de larga melena de aspecto sedoso y brillante, que deja caer por su cara, tapando así parte de ella... rimmel y color en sus labios, rojo carmín... enfundada en un traje negro imposible, con cierta elegancia pero de marcado ritmo en sus curvas, medias de nylon, y tacones de aguja, hacen de ella una mujer de garbo y belleza provocadora...

Detras a unos metros alguien arrastra su mirada desde el suelo, siguiendo la linea que marcan esas medias por sus piernas, recalando en redondeces atrayentes, poderosas y sugerentes, la sigue, marca sus pasos con un silbido, ella altiva sigue su camino hacia la puerta del club, curiosa, repara de soslayo en tan llamativa señal... Se sonríe, agacha su cabeza dejando que su melena no descubra la sonrisa de agrado, que le produce ser observada por aquel chico misterioso..

Dentro del club, se sabe observada, se crece dentro de ella, su gesto de timidez estudiado, le abre el paso entre todos ... alguien se levanta, y en una mesa vacía cerca del pianista, le separa la silla,  lo suficiente para sentarse, un gesto de complacencia, se sienta , cruza sus piernas una sobre otra en un gesto casi inapreciable y elegante, su mirada perdida, busca en su bolso, saca una pitillera plata, un cigarrillo a sus labios, en ese momento una llama ante ella, el chico misterioso de nuevo, levanta la ceja y media sonrisa, acepta el gesto del  atrevido chico.

Al fondo de su bolso, algo brilla, emite destellos, culata de nácar, cañón de plata... la noche se acorta, copas de Martini, y risas, interesante chico, después cuando la quiera besar, resbalará su mano en el bolso, y sin dudarlo un tiro certero al corazón.

Despierta, una llamada al teléfono, pocas palabras. Saldrá, cierra el libro de nuevo, se le resiste,   deja la manta a un lado y se dirige al ropero, vestido negro, melena suelta, rojo carmín y en su bolso una pitillera, al fondo algo brilla, se sonríe y te guiña un ojo.. GoodNite.


(¿continuara?, el otoño es largo y ese libro es irresistiblemente "interminable"...)
Matices

3 comentarios:

  1. ESTUPENDO! realmente me encantó y el giro del final, donde lo ficticio antecede lo que será pronto realidad, le da un cierre impecable!

    Un abrazo!

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  2. dónde acaba lo fictíceo, en qué´lugar empieza la realidad?
    Qué indeterminada es la reacción humana
    Hoy escribes de muertes, yo también lo hice colgando una entrada sobre ella...
    debe ser que noviembre es el mes de las ánimas y nos ha marcado
    Beso

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  3. Sí, esta época es muy propicia para libros, sofás y sueños de película bajo una cálida manta. La escena que nos describes combina perfectamente todos esos elementos con mucho acierto, dibujando un paisaje tan melancólico y sombrío como el mismo otoño.

    Enhorabuena.

    Saludos.

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