La loza cayó al suelo, justo cuando empezaron a retumbar los sordos gritos en el interior de Lola...El sueño se desvaneció tras el estruendo y, el baile del amor desde entonces fue el arrítmico temblor de sus piernas. Con el tiempo aprendió a ver que duelen más las heridas internas que las flores amoratadas que a veces adornan su cuerpo.
Ahora recuerda la parte necesaria de los años que no debe olvidar mientras acaricia el suave pelo de Daniel que duerme tranquilo.
El pequeño parecía siempre ausente de lo que acontecía en casa, hasta ese día que...
¡Papi, no!- le increpó. Aquella llamada de atención fue ahogada en un sonoro bofetón que lo tiró al suelo. Lola sabía que ese día quedaría grabado en la memoria de ambos para siempre.
Daniel enmudecido y asustado presenció aquella escena dantesca desde el rincón donde observaba como su madre solo acertaba a cubrirse con sus manos la cabeza para defenderse de la furia de su padre.
Una vez la tranquilidad llegó al infierno, se acercó dolorida y lo acunó como cuando era bebé hasta que el sueño se apoderó de él. Dejó entonces despegar de sus ojos esas lágrimas contenidas durante años en los que no quiso ver lo evidente. En su asumida desprotección había descuidado la inocencia de quien más amaba.
Lola entendió que había llegado la hora de recoger aquellos trozos de loza que quedaron esparcidos por el piso hace años, cuando decidió apostar a morir y quedó paralizada, había que restaurar algo necesario, la vida... Cogió el teléfono y marcó aquel número que memorizaba hacía tiempo en su mente.
Buenas noches, soy una mujer maltratada- posteriormente entre sollozos ahogó aquellas palabras necesarias en un reclamo e inició un nuevo viaje- ¡Por favor, ayúdennos!...
matices
Más historias donde la emoción nos embarga en El Blog de Alfredo, "La Plaza del Diamante"
Siempre igual, siempre lo mismo, al final ya cansa aunque haya cabrones sueltos.
ResponderEliminarNo lo entiendo... este comentario tras u anónimo es desafortunado. Pues por eso ,amigo, hay que seguir denunciando... y no cansarnos nunca mientras tras esta lacra social sigan muriendo mujeres y sufriendo familias
ResponderEliminarUn abrazo
Nieves
Tremendo relato que dibuja el infierno en que viven algunas mujeres. Saludos.
ResponderEliminarMucho antes tenía que haber tomado la determinación de denunciarlo. Me sumo a tu entrada y pienso que mientras quede un sólo individuo que se crea con derecho a maltratar a una mujer, escribir sobre ese maltrato es no sólo pertinente sino absolutamente necesario. Cuanto más fuerte sea el clamor, menor será la disposición del maltratador a inferir el mismo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Nieves.
!Que pena tener que seguir escribiendo sobre este tema! Que pena que tengan que sufrir de puertas adentro el maltrado de quien se supone debiera hacerlas felices, Que pena que niños inocentes frente a quien se supone que deben protegerlos, sientan indefensión... que pena. Si esto se pudiera eliminar con nuestras palabras, siempre sean estas bienvenidas, porque cuantos más denunciemos, más se nos escuchará.
ResponderEliminarComo siempre tu escrito, muestra una sensibilidad especial.
Un abrazo.
Nunca pierde vigencia, lamentablemente, y a una denuncia tan bien escrita, siempre es bueno que se le de la publicidad que el tema merece!!!!
ResponderEliminarbesos, amiga del arma mía
Lo que yo decía, esta plaza del diamante nos ha sacado unos seriales lacrimógenos tan cercanos a la realidad que no me siento con ánimos ni de tomarme un café, amiga mía!
ResponderEliminarUn besito, compi. Cuídate por favor.
creo que mi madre hubiese preferido otro camino, ya que siempre la escuché decir muchos consejos llenos de sangre, como los que les repetía a todas las chicas golpeadas por sus parejas, que ellos siempre tienen sueño, que luego de la golpiza darles de comer bien y atenderlos como si fuera su último día en la tierra, dándoles de todo y hasta sexo si también lo deseaban con todas las caricias y mimos completos, ya que luego, cuando estén completamente dormidos, cortarle el miembro y los testículos de un sólo tajo, con fuerza y sin miedo, claro que tenías que tener un cuchillo bien afilado, sacar el filo días antes, tenerlo siempre listo para el corte, un corte que quizás no le signifique la muerte, pero será la única forma de que el desgraciado quede marcado para siempre, porque cuando te vayas de su lado, siempre llegará otra a sus brazos que sufrirá lo mismo que tú, lamentablemente todas las chicas movían la cabeza afirmativamente, pero ninguna se atrevió a realizar el corte, quizás falta de coraje decía mi madre, menos mal que todos los hombres que pasaron por la cama de mi madre ninguno se atrevió a golpearla jejejejejeje..... un beso!!!!
ResponderEliminarUna historia real bien dicha Matices.....
ResponderEliminarPocas cosas me producen escalofrios como esta manera de "morirselentamente" que tu nos cuentas.
ResponderEliminarLa valentia de marcar un simple numero de telefono, poder elegir entre caminar de rodillas o extender las alas y volar.
Un abrazo
Doloroso relato que sabemos cercano en muchas ocasiones. Qué escena tan penosa!.
ResponderEliminarLo has descrito tan bien que me ha quedado un agrio regusto.
Besos.
Nunca hay que darle otra oportunidad al maltratador. Despues de la primera vez, debería haber pedido ayuda y no andar aguantando ni un solo segundo más. Muy duro tu relato y por desgracia muy real.
ResponderEliminarBss.
Lamentablemente esta historia no es ficción. Como bien cuentas, parece que muchas mujeres no reaccionan hasta que la violencia se ejerce con los niños.
ResponderEliminarMuy bien contada, claro.
Besos, amiga.
Justamente, eso hay que denunciar. Porque callar es dejarlos seguir matando. Ya no solo son violentos, son asesinos.
ResponderEliminarMuy bien planteado.
Un gran abrazo :)
Una historia dolorosa, que lamentablemente, tiene su vigencia, ya que escenas de este tipo se repiten a diario (a veces con finales trágicos). Bien hizo Lola, por su bienestar y el de su hijo, en poner fin a la situación.
ResponderEliminarTu relato, con toda esa fuerza que genera la rabia de que éstas cosas sucedan, es un modo de expresar a viva piel, una realidad en la que hay que reflexionar y denunciar. Excelente escrito Nieves!
Beso:
Gaby*
con cada suceso, me avergüenzo que aún haya cobardes capaces de sentirse dueños de vidas ajenas
ResponderEliminarSiempre sabes como emocionar con tus palabras y textos. Esta Lola valiente y decidida, entendió que esa vida no era la que su pequeño Daniel necesitaba para crecer seguro y firme ante la injusticia. Es cierto, está muy bien escrito.
ResponderEliminarun fuerte abrazo
Un texto preciso, directo y reflexivo. Siempre es tiempo de reivindicar el derecho a vivir sin desventaja.
ResponderEliminarNunca es una denuncia más... es la denuncia compartida.
Ah!! y "La Plaza..." no tiene la culpa, no matemos a mensajero, jajaja.
Besos y gracias por participar
Ufff!! Bestial, no tengo otro adjetivo. Real, visceral, sentido, y ese ver la realidad solamente cuando quien sufre es su hijo...... Muy emotivo. Me gustó como todos los escritos de este jueves. Un saludo
ResponderEliminarQuizá hay mujeres, como la protagonista de tu relato que aguantan lo que sea hasta que se dan cuenta de que la violencia no solo va dirigida hacia ellas sino también hacia lo que más aman en esta vida, y entonces es cuando son capaces de reaccionar. Un relato muy duro que tal vez por su desgraciada cotidianeidad nos deja más indiferentes, no tu relato que es magnífico sino el hecho en sí.
ResponderEliminarPor desgracia hay demasiadas mujeres que sufren situaciones parecidas. No sólo se trata de ficción, sino de realidad. El problema es que la mayoría de las veces el miedo a denunciar es demasiado grande y la historia acaba con un final trágico... Un texto para reflexionar. Un beso.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato. Un saludo.
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