domingo, 9 de febrero de 2014

Noctívago



Hace un año que para un certamen presenté este relato. Creo que ha llegado el momento en el que debe estar publicado con todo lo que he escrito, en mi rincón. A la vez que hago algunos agradecimientos que tenía pendientes. 

A Chelo, que me animó para que no dejara este reto que por momentos se me hizo muy cuesta arriba.

A Ana, mi amiga, por su sinceridad, su crítica y, ayudarme con ese inicio que siendo corto lo dice todo, el título... gracias por tus tardes de charla sobre letras y más.

A Blind, por que crees en mi y en todos mis sueños aunque no los persiga...

Y a los amigos del Daily por recordarme que tenía que rescatar este relato pues tenía su sitio entre los matices...



NOCTÍVAGO


Cuatro años atrás, en su casa, una hora antes de la presentación de su libro, que ya se presagiaba cómo un éxito de ventas, Desiree ajustaba los pliegues de su vestido ante el espejo, elegante y espectacular… Él disfrutaba su sensualidad; era su máxima, la perfección, se podría decir que la había modelado a su antojo, siendo ella su obra. Incluso decidió bautizarla con otro nombre, y Desiree le pareció perfecto… Sus dos deseos se aunaban, musa y escritura, aunque este último se le resistía; la escritura no siempre permanecía cercana a él y ello le llevaba a realizarse preguntas; ¿podría poseer, moldear a su gusto esa inspiración, su otro deseo? Una sonrisa malévola se apoderó de su gesto. Mientras, seguía observándola. Miró el reloj, se acercó y acarició sus hombros, le agradó la imagen reflejada de ambos frente al espejo, la del éxito. Nada le hizo presentir que aquella noche los sucesos cambiarían el curso de su vida…

Ahora solo le queda el recuerdo enganchado a sus letras pasadas, desde entonces sus días son todos iguales y el insomnio voluntario al que se somete solo genera en él locuras transitorias que le hacen perder la conexión con la realidad. Sus intentos por escribir son infructuosos. Reaparecía en sus sueños cada día para que no olvidara…

Amanecía, otro día más que empezaba, otro que se fue. Se levantó de la silla tras la vigilia nocturna, el sueño se iba destilando por su cuerpo a pequeños impulsos. Había estado buscando la idea como quien curiosea el interior de un baúl olvidado; pensaba abandonar ante el hecho de correr tras esas letras que huían de sus pensamientos. Aquel papel en blanco era la prueba de su crimen.

Incapaz de pronunciarse bajo el yugo del miedo que se apoderaba de su voluntad, el tiempo hacía su recorrido hacia atrás y la liturgia lo desplazaba hacia el sueño. Por un momento solo deseó gritar al amanecer irreverente que se despegaba de su camino. Se recostó en la cama aún vestido, sus ojos se dejaban llevar hacia el sueño, buscó un punto fijo en el techo agrisado y resquebrajado de aquella habitación, doliente testigo de encuentros en el olvido.


–¡No quiero dormir! –gritó en el silencio. Nadie le escuchó.


Desde que su necesidad de escribir se instaló en él…, la deseó tanto. ¿No fue suficiente?, ¿qué exigencia inmoral lleva a uno a matar a quien le da lo que más desea?, estaba cegado por los influjos hechiceros de su éxito… Se levantó de la cama, la luz le deslumbraba, vagabundo encerrado entre paredes, así se sentía. Aquel secuestro propio de un loco era su obra…


–¿Dónde estas?... –clavó sus rodillas en el suelo, dejando caer sus lágrimas en un último ejercicio histriónico–. Apiádate de mí, te echo de menos, es injusto que me abandones –este acto de contrición llegaba tarde…


Agotado y desfallecido en aquel suelo de mosaico sin brillo, su dolor se hizo profundo; conocía su pecado y la condena era la renuncia al sueño. Revivía en ellos el placer doloroso de su pérdida, se cerraron sus ojos y volvió a sentirla, tan real. El deseo de sus labios húmedos, la inquietud casi adolescente de perderse en el mapa del placer, de recorrer sus zonas prohibidas, lo relegaban a la torpeza de aquel rito iniciático de sensaciones y sentidos que de nuevo se apoderaba de él. El juego impostor nada le ofrecía que no suplicara.

La impotencia de sentirse sometido como un esclavo lascivo que renuncia a su identidad; de ahí partió el problema aquella noche, donde Desiree, altiva y con gesto de supremacía, generosa en sus atributos, lo dejó varado a las puertas del deseo, desafiándolo.


–Dilo…, susúrralo, me necesitas y yo sin ti no existo, será otro efervescente placer que te dará el poder de poseerme…–Solicitó su atención.


¿Te quedarás esta vez? –tenía un irrefrenable deseo de poseerla, y sin embargo se sentía aturdido ante la felicidad que le daba verla de nuevo. El sueño se adentró en el pasado y las rejas se abrieron de nuevo llevándolo directamente al día que todo acabó–. Soy el dueño de la palabra, ¿entiendes?, he surcado páginas de historias increíbles y aventuras. Mi imaginación me lleva a ser el único poseedor de la magia. Podría seguir mi camino sin ti… Te prostituyes por y para mí –le increpó desde su ego.

Ella se sonrío desafiante y le recordó…


–Olvidas que la inspiración vuela libre. Vendo mi cuerpo a quien me place a cambio de anhelos, es el justo pago, lo cual no me hace prostituta de ningún ser humano y su ego. ¿O acaso no te estás arrastrando ante mí?, soy dádiva de deseos, me visitas irremediablemente cuando el sueño se afinca en ti y tus ojos se cierran involuntariamente. ¿Lo dirás?, sabes que es la única manera de mantenerme a tu lado –le volvió a solicitar.


Él acercó su boca a la suya como acto de poder, lo quería todo.


–Deja que te posea, quédate conmigo para siempre, ya no habrá más sueños, solo seremos tu y yo.


Los ojos de ella brillaban y lo observaban, a la vez que susurraba en su oído:


–Dilo y destilaré en ti la savia de mi cuerpo, serás el más grande, cae ante mí y seré parte de ti.


Frente a frente acaricia su cuello, suavemente lo cerca con sus manos y lo aprieta con la fuerza de quien no aprecia lo que tiene, con la soberbia del autor encumbrado…


–Ahora tu provocación se torna liberación para mí, yo seré el único dueño de mi inspiración ¿entiendes?… –le recriminó.


La sorpresa se apoderó de ella y sus pupilas dilatadas le suplicaron que no lo hiciera. No hubo oportunidad, sus palabras enmudecieron a la vez que el último estertor la hizo humana, Desiree yacía en el suelo…

Su peor pesadilla, confundir el deseo con la inspiración que emanaba de ella, se hizo realidad. Abatido por el esfuerzo, entre lágrimas reconoció su error, había matado a Desiree. Quedó a sus pies la musa de sus palabras y, con ello, su obra. La sensación primaria de carencia de libertad le llegó de aquellos grilletes que apretaban sus muñecas. No hubo presentación esa noche, ni más libros. Poner a prueba a su musa no fue más que ponerse a prueba a sí mismo.

Abrió los ojos y volvió al presente. Desde el frío suelo observó el techo de nuevo y las sombras que se proyectaban desde aquella enrejada ventana que era su condena, la cárcel de sus delirios… La sentencia: asesinato, no había vuelta atrás. Ante la impotencia tras aquel sueño, solo tuvo la capacidad de destilar un pequeño hilo de voz que se asemejaba a ese susurro solicitado tiempo atrás… Arrastró sus pies, pesados, hacia el escritorio, y en el folio en blanco solo acertó a escribir dos palabras, las mismas que se repetía a diario…


–Te deseo.

16 comentarios:

  1. He leído historia de terror, pero ninguna me pareció tan inquietante como esta. Tal vez no sea el proposito del relato, pero me generó cierto temor. Terrible la situación de matar a la musa, a la mujer de los sueños, la aparición que inspira. Además por un malentendido.
    Eso implica que el relato está muy bien escrito.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Demiurgo... entiendo que una vez nuestras letras quedan plasmadas los significados cambian y en este caso en particular las sensaciones. Me alegra que te las haya dado, es algo que siempre se pretende y si se ha conseguido pues... ¡estupendo!
      Saludos...

      Eliminar
  2. No sabes cuanto me alegro que al final lo hayas publicado, es muy bueno, quienes te han aconsejado lo han hecho bien.
    Te felicito.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Sabes Tracy? Tal vez me equivoqué en el tema que toqué, pues no sacrifiqué mi estilo y para un concurso tendría que haber trabajado más el acercamiento "a todos los públicos". Pero la realidad es que aunque fue duro, pesado y que me costó construir, por su extensión a la que no estaba acostumbrada. Me encantó el resultado final y no tanto por lo escrito sino por lo que me llevé como experiencia, de la crítica constructiva, de la amistad y que mis amigos fueran sinceros, por eso los agradecimientos a ese trabajo que no considero solo mío.
      Muchas gracias por leerlo, si te gustó no sabes como me alegro.
      Besos!!

      Eliminar
    2. Gracias, Matices, por tu mención. Me alegro de leerte. Y sabes donde estoy y donde puedo estar.
      Un beso enorme.
      Ana

      Eliminar
  3. Pues deberías comenzar a recopilar lo escrito, incluso las entradas al blog en las que has recibido un sinfín de enhorabuenas. Porque hay que tenerlos guardados y pensar en hacer, incluso, una autoedición. No ahora que todos andamos con los puesto, quizá más adelante, porque lo haces bien.

    Un beso cuadruplicado con mucho cariño.

    Por cierto, el color de la tinta gris claro sobre blanco, el que tienes en la respuesta a los comentarios que te hacemos, casi no se lee, es muy clara. Otro beso.

    ResponderEliminar
  4. ¿Y qué hago yo con el cariño de vosotros? Me lo llevo siempre y lo guardo en un sitio muy especial para saber que tengo gente excepcional siempre cerca, porque así lo siento. y se que es mi mayor riqueza.
    Seguro que habrá momentos para crecer más para todos, porque... ¡nos lo merecemos!
    Te quiero, amiga
    Besos x 4

    ResponderEliminar
  5. El premio ya lo tienes Matices, tu trabajo es recompensado, bien mereció la pena. No digo más, que tú ya lo sabes.
    Besos preciosa.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, se que lo tengo...
      Gracias por estar siempre.
      Besos!!

      Eliminar
  6. Deseamos inspiración, la llamamos musa, cuando acude es equívova complicada, confusa, pero encierra las llaves que escriben letras, queda a nuestra voluntad interpretarlas, habla muchos idiomas pero no es culpa de la musa que dudemos con el papel en blanco. Desiree, deseo, siempre es complicada y a la vez impulso, tentación o derrota, lucha. ¿Qué ganamos matándola o ignorándola? es como romper el espejo y en cada fragmento leer aquello no escrito.
    No pienses en "todos los públicos", absurda renuncia, piensa en escribir con esta potencia, los que quieran entenderán o lo procuran, piensa en no cesar en tu empeño, tu estilo, comunicas con una fuerza que llega directa e íntima que me llega.
    Te felicito y deseo leer escritos como éste, sinceros y técnicamente trabajados que también cuesta. Edita aquí o dónde puedas, merece la pena. No vuelvas a privarnos de palabras tan intensas. Ánimos y hasta el próximo. Besito contento.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mi la musa me ha dado esquinazo, pero era algo con lo que contaba. Ya lo hablamos en su día... Seguiré trabajando la técnica, formándome a ratos y jugando con las letras, se que tras ellas inevitablemente estoy yo y es algo que no sacrificaré amiga, estaré, ahora lo sé.
      Gracias por formar parte de ese aliento necesario en estos momentos y, por mostrarme siempre el camino de la magia tras tus palabras...
      Besos!!

      Eliminar
  7. Muy bueno tu relato. Gracias por compartirlo. Un saludo.

    ResponderEliminar
  8. Ana, se que cuento contigo siempre. Han sido muchas horas de viaje juntas...
    Te quiero un montón, amiga
    Besos!!

    ResponderEliminar
  9. las musas son un pretexto que se ponen los creadores ...o creativos? de existir son casquivanas, presumidas y de soplar...poco, será por experiencia alcohólica con la Guardia Civil. Un regalo siempre leerte

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A veces hay que sacar los pretextos a pasear para esconderse tras los acontecimientos... Un regalo que me leas, amigo.
      Besos

      Eliminar

Tu matíz...