Esta semana, con vuestro permiso, recupero un post ya publicado con algunos cambios, entenderéis el motivo al leerlo..
Hace algunos siglos, en algún jardín de Japón, el otoño había hecho su aparición, aún así el estanque todavía conservaba su colorido, las flores de loto y los verdes llenaban ese espacio. Las hojas empezaban a caer, los almendros y cerezos presidian en tonos rojizos el paisaje de la estación. Sakura en el margen del estanque yacía, inerte, sin vida...
Era de una belleza inusual, el poder de los años, había hecho pocos cambios en su físico, tan solo si la conocías podías ver que en la profundidad de sus ojos, habitaba una gran tristeza.
Todas las mañanas con los primeros rayos de sol, ella empezaba su catecismo de costumbres... primero se peinaba su larga melena con un peine de marfil para después conformar su "rayadura de melocotón" a base de utilizar cera caliente y aceite de camelia y convertirlo en un recogido de belleza extrema,
Posteriormente empolvaba su piel en blanco, dejando una sensación de delicado papel suave y aterciopelado en ella, sus rasgados ojos matizados en un discreto pero bello maquillaje y sus cejas perdidas en aquella veladura blanca, volvían a destacar, dibujadas y lacadas en negro brillante. Los matices de su tez, se terminaban conjugando en unas sonrosadas mejillas, y una inventada boquita en color rojo, minúscula y sensual.
Sobre camisa larga de fino lienzo blanco y transparente, su "Iromugi", conformaba parte de un rito,con sus significados. Una vez realizaba "el rito de nudos", el cual terminaba con un gran lazo de peso y ajustado en el talle hacia atrás, equilibraba su figura pequeña y proporcionada. Despacio y sigilosa se dirigía a realizar el "chanoyu".
Sus pensamientos miraban hacia atrás cuando el ser una bella muchacha y aventajada la llevo a su historia personal, perdió su vida y ahora cuando su juventud se iba marchitando, empezaba a ser consciente de su realidad. Nunca tuvo sentimientos, nunca cultivó el amor, ni tuvo pretensiones de ello, su corazón no disponía de libertad.
Ese día, otro rito se realizó a los pies del estanque, ella descubrió sus pequeños tobillos, con una cuerda los ató para evitar la deshonra de sus actos, como marca el "jigai", seguidamente se arrodilló en el estanque, perdió su mirada en el firmamento y con un "Kaiken", procedió a realizarse un corte en el cuello. En ese momento, por el delicado rostro de Sakura, dos lágrimas resbalaron, haciendo surcos en él...
Decidió realizar su propio Jigai, lo hizo en su tremenda soledad, nada tenía, nada dejaba, tan solo una vida de dedicación a una profesión, como pago a la formación recibida para poder ejercerla y un incierto futuro de dudoso cariz. Recuperó su dignidad y dejó de ser Sakura a los pies del estanque, para volver a su perdida libertad, su nombre natal era Amaterasu.
" Pintora, poetisa, música y bailarina a la vez, la geisha encarna a su manera una "mujer de sueño" ni madre, ni esposa, ni mujer, ni niña, ni prostituta..."
chanoyu: ceremonia del té
"Kaiken", una pequeña daga
"Jigai", Sacrificio honroso
"Jigai", Sacrificio honroso
Una bellísima y emotiva historia.
ResponderEliminarPero creo que el sacrificio no está en inmolarse, más bien es una liberación. No pudo elegir libremente su destino marcado por arcaicas tradiciones.
Ahora será libre.
Me ha encantado...Un besito
Que lindoo!!
ResponderEliminarte sigo una invitación al mio http://sonrisasdearcoiris.blogspot.com/
besos!
Precioso relato, que lejos nos queda la cultura tradicional oriental, difícil entender determinadas actitudes y en eso estoy de acuerdo con Maru, el sacrificio fue toda su vida, el Jigai su liberación final.
ResponderEliminarUn beso
Bonito relato. Una pena que tuviera que sacrificarse para poder obtener de nuevo la libertad que nunca tuvo, su destino ya estava marcado
ResponderEliminarUn abrazo
A veces simplemene no aguantamos más... y
ResponderEliminarLa diosa Amaterasu, porlo que leí a propósito de ella en Wikipedia, descubre la belleza de su propia cara gracis a un espejo. Se deja convencer entonces y vuelve al mundo . No siempre existe, si embargo una gruta donde refugiarse previamente a una nueva reflexión consoladora.
Tésalo
Además de no haber tenido vida propia, el polvo blanco del maquillaje que usaban le iba envenenando la piel y se iban quedando calvas por los tirantes peinados que solían usar...un destino que nada tenía de ensoñación, por cierto, según nuestros cánones actuales y occidentales.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una vida de sacrificio, una liberación brutal.
ResponderEliminarPreciosa historia Matices y la música encuadrandola toda.
Un abrazo.
era la transición
ResponderEliminarel paso a un estado de limpieza siguiendo las estrictas reglas impuestas por una sociedad egoista y fálica
La transición la llevó a la liberación
beso
Un bello relato que trajo a mi memoria la película, Historia de una gheisa, que por cierto me encantó. Una vida de sacrificios, y el final no iba a ser mejor.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, todo lo relacionado con Japón me fascina. Besitos.
Una tradicion que todavia se sigue, un gran sacrificio para esas mujeres, precioso relato.
ResponderEliminarPrimavera
El relato es exquisito.
ResponderEliminarMe sugiere una vida robada.
Vale, sé que no es serio ni real, pero si la nave de alienígenas hubiera pasado a rescatarla Amaterasu podría haber recuperado algo de su vida.
Perdona esta broma.
Besos.
Sacrificio vivir asi.El otro,en el cual sucumbe para siempre es simplemente el punto final de la injusticia.Quien opina fue moldeado en una cultura diferente,no perderlo de vista.
ResponderEliminarFluido relato.
cariñitos
hola compi! hermosa la historia de este jueves! hay que vivir la vida... cuanto lema anda dando vuelta este jueves! me a preparar un té! :D besitos!
ResponderEliminarHola, Matices.
ResponderEliminarSiempre me ha causado una profunda y misteriosa admiración el mundo de las geishas. Tu relato sobre Sakura-nacida Amaterasu-tiene la misma cantidad de tragedia como de belleza.
Me dejó un poco rota el alma...
Un fuerte abrazo.
Maat
Delicioso relato, un paseo entre párrafos y un final para la reflexión.
ResponderEliminar¿Una vida perdida?
El deshonor, la conciencia, el fracaso.
Siempre hay vida después de esa muerte, de la otra... no!
Besos
Delicado y minucioso relato en el que nos vas mostrando, como en un lienzo, los trazos que conforman la figura de esa gheisa, su vida y los motivos que la llevan a la liberación final con ese sacrificio ritual de su autoinmolación.
ResponderEliminarUn verdadero placer leerte.
Un abrazo.
Un rito de liberación después de una vida dedicada al sacrificio impuesto por la tradición. Tus letras lo bordan delicadamente y nuestro corazón sucumbe ante ese dolor, mientras nuestra cabeza lejos de entender, se hace muchas pregunas que sólo tienen respuestas dentro del ámbito de la tradición y las costumbres de cada lugar.
ResponderEliminarun buen fuerte abrazo.
Tanta, tantísima belleza exquisita, delicada, para acabar con la salida ritual que explica un suceder de años vacios, de una no vida verdadera y propia.
ResponderEliminarUna elección dura que nos cuentas y me siento dulcemente triste, agotada de ver tantísima, repito, belleza, abocada a la nada, a la muerte elegantemente ejecutada por su mano como elección respetable, esta vez suya, legítima.
Unos rituales, culturas, modos, formas,me evocas al borde de un estanque perfecto, inmutable, indiferente.
Matices, un besito calmado y yodado, gracias por esta sublime melancolia.
el otro día le comentaba a natalí con respecto al suicidio...sigo pensando lo mismo: sólo son suicidas los que están en plenitud de sus facultades emntales, sólo son suicidas aquellos que eligen entre la vida y la muerte. da lo mismo el motivo. con tal de que el motivo sea válido para el suicida, es suficiente...
ResponderEliminary tu protagonista es una auténtica suicida. decide escapar, decide ser libre...
pero cuánto valor hace falta para ser suicida de verdad, matices...
medio beso.