He notado la suavidad de esa tela que recubre mi dolor
aquel que lentamente se va diluyendo en el recorrido de la sangre.
El olor penetrante a savia nueva recorre mi cuerpo
invadiendo el país de la soledad que se afincó en el corazón...
Poco a poco se reconstruye aquella fortaleza
que un día dejó traspasar sus muros derrotados.
Mis incapacidades son el alimento de una guerra
en la que la invisibilidad se apoderó de la belleza.
No hubo resistencia hacia el envite de la realidad
las paredes de mi existencia no encontraron asilo
las paredes de mi existencia no encontraron asilo
y la ceguera me hizo renunciar al color
arrastrándome a los sótanos de la oscuridad...
Observo las heridas de aquella batalla invisible
nutrida del aliento del desamor arraigado,
sentimientos que volaron en un instante perdido,
el recuerdo de las sensaciones se disipa en el firmamento.
Las cicatrices incoloras van desapareciendo,
el escenario de la vida me da una nueva oportunidad.
¡basta de lamer la piel deteriorada de los holocaustos vitales!,
no podrá el cansancio con el renacer de un día de luz...
He rozado el teclado con la yema de mis dedos,
escribiendo sobre mi propio golpe de estado
lo abandera el blanco de la paz interior
Quiero volver a vivir...
matices
es más que un derecho, amiga
ResponderEliminarque así sea!...bienvenida
ResponderEliminar=)
Muy bien por regresar.
ResponderEliminarUna alegría que te hayas vuelto a subir al tren, no importa en que estación, no importa su nombre. Volver a vivir, gracias.
ResponderEliminarEste escrito es de los que salen, de los que hacen falta para expresar algo que tiene que salir. Me alegra un montón esta vuelta. Un abrazo lleno de cariño.
ResponderEliminarSi hay que pasar por el dolor para escribir cosas tan hermosas.... mejor...
ResponderEliminarMe gusta ese aire nuevo, esas puertas abiertas, esas alas, un cielo todo tuyo. ¡Adelante!
Besos mil.