Ana salía de su trabajo, era de noche... hoy no tenía ganas de ir a casa, era algo común en estos últimos meses, se quedaba trabajando con jornadas interminables donde su pensamiento ocupado, la hacía olvidarse de la realidad.
Los pasos hacia casa pesaban en su interior, caminaba sin rumbo, sin prisa, hundida en su propio cansancio. Las calles ya casi vacías, la gente en su deambular ciego, pasaban al lado de ella sin reparar en nada, ese pensamiento lo rescató de nuevo, era lo mismo que hacía ella, deambular ciega...
Ya en casa, siempre repetía la misma palabra, mientras se descalzaba en la entrada, -¿estas?-, una única palabra, un solo vocablo, que a veces en ese mudo silencio, profundo, retumbaba dentro de ella, contestándose asimisma -no-, otras tan solo y desde aquella habitación siempre iluminada al fondo del pasillo escuchaba -"si"-, no había mas...
Luego entraba en las rutinas, y cuando se sentaba recordaba tiempos mejores, ahora pensaba que compartía su vida con un desconocido, los días pasaban como aire que mueve hojas de un libro. El mismo "tempo", en su interior se iba creando un sentimiento de desesperanza y de desánimo...
Nunca pensó que las monotonías llegarían a ellos, hubo tanta pasión, tanto amor, tantas horas de complicidad, tanto tiempo ocupado de dedicación mutua. Dejaron que sus trabajos dirigieran sus vidas, los éxitos profesionales y las decisiones egoístas, todo por triunfar y ahora, Ana , piensa que ya es tarde, le había vendido el "alma" al diablo y el precio era su "vida"...
El metrónomo marca el "tempo", aquel sonido deambulante, tac, tac... la aguja de un lado a otro iba ritmicamente señalando una triste melodía, cuando pare, todo habrá terminado.
Los pasos hacia casa pesaban en su interior, caminaba sin rumbo, sin prisa, hundida en su propio cansancio. Las calles ya casi vacías, la gente en su deambular ciego, pasaban al lado de ella sin reparar en nada, ese pensamiento lo rescató de nuevo, era lo mismo que hacía ella, deambular ciega...
Ya en casa, siempre repetía la misma palabra, mientras se descalzaba en la entrada, -¿estas?-, una única palabra, un solo vocablo, que a veces en ese mudo silencio, profundo, retumbaba dentro de ella, contestándose asimisma -no-, otras tan solo y desde aquella habitación siempre iluminada al fondo del pasillo escuchaba -"si"-, no había mas...
Luego entraba en las rutinas, y cuando se sentaba recordaba tiempos mejores, ahora pensaba que compartía su vida con un desconocido, los días pasaban como aire que mueve hojas de un libro. El mismo "tempo", en su interior se iba creando un sentimiento de desesperanza y de desánimo...
Nunca pensó que las monotonías llegarían a ellos, hubo tanta pasión, tanto amor, tantas horas de complicidad, tanto tiempo ocupado de dedicación mutua. Dejaron que sus trabajos dirigieran sus vidas, los éxitos profesionales y las decisiones egoístas, todo por triunfar y ahora, Ana , piensa que ya es tarde, le había vendido el "alma" al diablo y el precio era su "vida"...
El metrónomo marca el "tempo", aquel sonido deambulante, tac, tac... la aguja de un lado a otro iba ritmicamente señalando una triste melodía, cuando pare, todo habrá terminado.
Matices
cuando un incendio se apaga, apenas queda algo que pueda ser combustible
ResponderEliminarcenizas y recuerdos
el tiempo repara, repone pero es lenta la espera y hay que tener fe
Buen finde