Imagen: Judy Mandolf |
Se pasea por el barrio, siempre con un libro en las manos, va de un sitio a otro con pasos lentos y su cabeza agachada devorando páginas del último libro de préstamo de la Biblioteca.
Su aspecto un poco "grunge", pero a la vez simpático y divertido, añade un poco mas de coherencia a esa forma de ser que todos adoran. Va caminando y saludando siempre con una sonrisa en los labios. Cuando sale de su trabajo, siempre se dirige al mismo café en la esquina de una calle, donde en la puerta hay una pequeña silla de hierro forjada y una mesa redonda, minúscula a juego con la misma, allí es donde conoció a Pierre, un chico nervioso, simpático y desinhibido, que mostró mucho interés por ella.
Al principio ella no entraba en sus juegos dialécticos, le parecía divertido, en algún momento algo cambio, Louise se enamoró. "Ella en su mundo, él en el mundo", que diferentes personajes y sin embargo durante meses, las gafas de Louise ya no resbalaron por su naricilla, sus ojos tenían matices de brillo, y el color los inundaba, sus mejillas siempre sonrojadas y su sonrisa, si cabe, mas abierta...
Hace tres meses que no lo ve, pero ella sigue acudiendo a su cita, sigue esperándolo todos los días en el mismo café, a la misma hora, y sigue soñando en el instante en que la besó en los labios, en los olores a café y bollos, en el sol de media tarde que la deslumbraba, en las nubes de algodón, en su mundo de ficción. En el fondo intuye que nunca vendrá, lo sabe todo... hasta que se ha quedado colgada en el tiempo y en el lugar. No se lo niega, nadie sabía mas de ella, de su vida personal , de lo que esconde dentro, de sus tristezas y sus anhelos, todos piensan que es feliz y ella los deja.
Aquel día, Louise se levantó y cumplía con sus rutinas, cuando cruzaba la calle hacia el café, una distracción, miraba cielo, el sol la deslumbró, en ese momento se metió en su sueño, Pierre y ese beso marcado en sus labios, despistada bajó la acera y un frenazo, un ruido fuerte, hueco y Louise rodó, en su cara una sonrisa, a unos metros de ella un libro y un reloj, estaba parado. Alguien en la acera de enfrente, lo vio todo.
Justo en la minúscula mesa de hierro y en su silla, en aquel ambiente con sus olores a café y bollos podrás ver a un señor leyendo, siempre el mismo libro, a la misma hora y con un reloj parado en su muñeca, le acompaña una rosa fresca de un fuerte color rojo, dicen que es Pierre... se quedó colgado de Louise y no se lo niega, en su mirada una profunda tristeza... "Ella en su mundo y él varado en el tiempo... esperándola"
Matices
(Guinga - Senhorinha)
la ruleta no siempre para en el número apostado
ResponderEliminarPenélopes deshilando el tiempo
Hoy entre mi tristeza, la lluvia, y el recuerdo de alguien que se que no volverá... me he permitido el lujo de derramar una lágrima por Louise o por mi, por Gabriel o por Pierre, al fin y al cabo, historias de amor, que se quedaron suspendidas en el tiempo...
ResponderEliminar